miércoles, octubre 27, 2010

El combate de siempre



Nunca podré entender cuan corrompida, podrida y jodida se encuentra nuestra sociedad. Nunca podré soportar ver a diario las noticias y que cada vez explote otro caso de violencia femenina, de violaciones a menores de edad, a niñas que aún no conocen cuan desafortunadas fueron de haber nacido donde nacieron y haber tenido que cruzarse con quien se cruzaron. Nunca podré dejar de sentir repulsión, nauseas, rabia, de ver como cientos de mujeres son maltratadas, abusadas, humilladas por esos hijos de perra que creen que ser "machos" es dominar con violencia al sexo opuesto o al prójimo. Nunca podré entender a esa iglesia que dice ser santa y que, sin embargo, protegen a sus fieles seguidores pedofilos y borrachos, dignos de la peor muerte posible. No podré entender a las autoridades que permiten que esto siga, a la población hipócrita que se escandaliza y finge sufrir por esas pobres criaturas pero que no hacen nada al respecto. "No podemos hacer nada", dicen, "es asunto de la policía, del gobierno, del presidente"; aseguran, además: "allá la madre que lo permitió, que no cuidó a sus hijos", o, "tontas ellas que se dejan pegar". Tan culpables y repudiables como los agresores.

Se suponía que este seria un post más ameno, bastante más optimista. De todas formas, yo qué podría hacer desde este espacio. Luego de pensar eso, me dije: entonces eres un complice. Y, ¡NO!, no lo soy. Y estoy harto de la acción pasiva de las autoridades, de la indiferencia.

El asunto explotó la noche de ayer -hora en la que puedo ver y/o leer las noticias-: Encuentran hombre que violaba a las amiguitas de su hija en su departamento. Organizaba pijamadas y las obligaba a quitarse la ropa para luego tocarlas como le diera la gana luego las amenazaba o intentaba sobornalas con dulces, juguetes o dinero. Esto no es todo: otro hombre habria violado a 16, si ¡16!, escolares. El padre de éste mal parido, abogado de profesión -otro hijo de la gran puta- asegura, a pesar de las muchas denuncias, que no hay pruebas, que su hijito es inocente y que es buenito y que le reza a papa lindo todas las noches como la iglesia manda. Y si esto no es suficiente: un padre, viola y embaraza a su hija de, nada menos, trece años.

Este no es un asunto nacional, señores. No se trata de que solo en Perú suceden esas cosas. Es al rededor del mundo donde el maltrato, la pedofilia y el abuso a los derechos sexuales alcanzan topes insospechados. Los gobiernos poco o nada hacen ante la acción pasiva de la población. No es suficiente un día al año como "Día al no maltrato de la mujer". O que instituciones, quienes carecen muchas veces de presupuesto y ayuda general, sigan esta lucha. El cambio viene desde nosotros, desde donde estamos.

Señores, escribimos sí para divertirnos, para sentirnos mejor y para explotar lo que nuestras mentes guardan. Pero no nos damos cuenta a cuantas personas estamos llegando y lo que le les estamos dando. ¡Alcen su voz!... No sean complices de estos hijos de puta y reclamen lo que se debe reclamar. Creen campañas. Lleguen lejos, joder. Que esto no siga avanzando. Recuerden que todos somos o seremos padres, que tenemos hermanas o hermanos, padres y madres, sobrinos o sobrinas, que somos capaces de hacer algo importante.

Lleven consigo, si desean seguir conmigo en esta lucha, la siguiente imagen que conseguí en internet, alcen su voz desde sus espacios y a conseguir hechos, no promesas.



Un abrazo para todos.


Nota: Las imagenes son sacadas de la red. La imagen que propongo como simbolo inicial de la campaña ha sido sustraida de la siguiente web: http://www.monumental.co.cr/audio.aspx?Id=011803c3-fe1a-418d-8a31-2ea2b9ed2502 . Si alguien con conocimientos de diseños y buena onda para sumarse, haga publico su diseño. La campaña no es de uno, es de todos. No me deben rendir cuentas, sino con ustedes mismos.

sábado, octubre 23, 2010

Quiero ser un Beatles



Ojó: para hacer más amena y real su lectura, el autor -o sea, yo- recomienda -encarecidamente- escuchen y vean el video clip.


"La única nostalgia común entre un padre y un hijo son las canciones de los Beatles" - Gabriel García Márquez.



Es mediados de setiembre, tengo doce años. Papá trae a casa un CD con recopilaciones de grandes músicos de los años sesenta, setenta y ochenta. Lo compré a buen precio, me dice. Camina al equipo de sonido, coloca el disco y espera unos segundos a que lea el contenido. Yo miro a papá. Siempre me pareció un hombre interesante con cosas raras para contarme de su juventud en Miraflores, de sus bailes con mamá en discos en el Centro de Lima y los festivales de salsa que presentaban en el Callao. Mientras pienso en todo esto la música se muestra.


-Quienes son- pregunto, recordando la melodía de una película que mamá ve cada vez que puede: Grease, creo que se llama, o Vaselina. Los Bee Gees, contesta papá. Me callo tratando de encontrarle sentido. Es muy antiguo, digo por fin.


Aburrido doy media vuelta. Espera, dice papá. Vuelvo el cuerpo arqueando una ceja. Esto te va a gustar. Please please me de los Beatles, agrega.


Papá no está equivocado. Lo que al principio me parece un tema incomprensible termina por sonar tan bien que le pedo me cuente más de ellos. Entonces escucho por vez primera acerca de los cuatro de Liverpool.






Mientras escribo este post escucho mi canción favorita -In my life-, recordando que mi primera intención antes de redactar fue realizar un homenaje periodístico a la banda que tantos buenos recuerdos y anécdotas le dio a papá y a millones de personas, quienes, por azar o por justicia, disfrutan aun ahora de aquellas canciones al lado de sus hijos o nietos o ambos. Sin embargo, mucho se ha dicho y escrito ya de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr -como grupo y como solistas-. Sus nombres son marcas registradas y cada día leemos más y más cosas sobre ellos: desde su separación, la muerte de John, la influencia que tuvo en él Yoko Ono, las recopilaciones de sus mejores canciones, su vídeo juego. Tanto que a veces se olvida cuanto amaron ellos la música y cuanto divirtieron a nuestros padres y abuelos. Tanto que uno más, en condición tan humilde, no podría decir nada nuevo, nada que no se sepa, nada que no se haya leído o escuchado.


Entonces este post termina por ser una voz al cielo por los que se fueron, por lo que representaron en su tiempo y por lo que aun representan. Un agradecimiento por tener la buena idea de haber hecho lo que les gustaba, de no tener miedo o de vencerlo si era necesario. Un agradecimiento por hacerme desear haber nacido en sus épocas para verlos en el Carven Club. Por Yesterday -misma que unió a mamá y papá, allá por los años ochenta-, por Love me do, por All my loving, por She love you, por Rock&Roll music, por Twist and Shout y por las muchas otras.


Disculpen la nostalgia y las pasiones, nunca les mencioné que sería fácil leerme... Solo que mientras pensaba qué escribir se me ocurrió qué hubiera pasado si fuera uno de los Beatles.



lunes, octubre 18, 2010

Campaña de fidelización

"En los blogs se escribe más pero peor" -José Saramago, Nobel de literatura.

Vamos de a pocos. Cuando decidí crear un blog, hace poco menos o poco más de dos años, lo hice con la finalidad de escribir lo que se me viniera en gana. No importaba si le dolía a alguien mis comentarios o si las historias eran subidas de tono o si muy largas o si muy cortas -en realidad, mis primeros post son larguisimos, de lectura lenta, una pequeña novela o un cuento largo- y los colgaba esporádicamente. Empezaba entonces la aventura en un pequeño cuaderno rojo -que aun conservo, a pesar que una tarde de locura lo quise desaparecer por considerar su contenido malisimo, impresentable- y luego invertía mucho tiempo transcribiéndola y corrigiendo algunos posibles errores.

Con el tiempo descubrí que habían muchos más escritores en el mundo del blog que lectores. Blog que en realidad merecían mi admiración y envidia asesina por lo visual y estéticamente impecable de su autor o autora. Otros con una presentación austera pero con la calidad narrativa de un escritor con experiencia. Otros sin sentido. Otros con sentido. Otros con temáticas y otros sin nada que decir pero muchos ánimos para escribir -en esa lista creo que entra el mío-. Descubrí que no solo basta escribir para que te quieran o simplemente te lean: era necesario decir presente, aquí ando, ven y leeme por el amor de Dios. Más allá si tienes algo bueno o no para decir o si tienes la habilidad para hacerlo o si solo esperas conocer personas por este medio, todos pensamos que no está mal escribir, carajo. El escritor, al final, no escribe pensando en las personas que lo van a leer sino en lo que le pueda decir su conciencia si no termina lo que empezó. El escritor escribe para si mismo. Y el blogger escribe porque le encuentra un cierto interés a su vida o a sus historias o a sus poemas, y lee otros blogs para que lo lean a él o porque le gustó lo que vieron sus ojos y lo que leyó de ese cabrón -o cabrona-. El blogger lee para aprender, para copiarse de los blog más famosos, para sentirse reconocido, para saberse importante, para calmar esas ansias de escribir algo, de gritar algo.


Por todo esto y más decidí no desistir en mi aventura. Preferí escribir mi novelita unas horas por las noches y ver que entrada publico la tarde siguiente. Preferí ser un narrador afiebrado, que no teme ser señalado por sus historias subidas de tono, por sus opiniones fuera de lugar, por sus vicios y ambiciones, por sus temores y debilidades, por sus pasiones, por sus cojones, coño. Y seguí en la aventura. Hice entrevistas, enloquecí en el camino, mostré mis pecados -prestando mi voz en ocasiones-; busqué y leí y lloré y renegué y me pregunté una y mil veces si vale o no la pena.

Hoy sé que la vale.


Y como sé que la vale creé la 'campaña de fidelización', donde hago un llamado público a todas aquellas personas que algunas vez fueron conspiradores de este blog, donde en distintas ocasiones me mostraron su apoyo pero que en el transcurso de los meses decidieron no escribir en sus blogs o no hacerse presentes en este espacio interrogativo. También, claro está, para aquellos que llegaron con el tiempo y que se quedaron por quien sabe qué motivos y que hasta el momento no me han dejado ir. Se los agradezco, coño.


Entonces, en el transcurso de cuatro entradas utilizaré distintas maneras de publicar. Las historias serán libres. Emplearé todo mi potencial. En la entrada número cuatro explico la situación.


Por hoy pruebo este método y les dejo esta pregunta: ¿qué hace a un blog exitoso?... ¿Sabemos la respuesta?....

viernes, octubre 15, 2010

Encuesta



Hace unas semanas, por intermedio de un post que titulé 'El señor de los libros' -en claro homenaje a una saga que, para bien, para mal o para peor, marcó mi vida y la de muchos otros-, conté la loca propuesta que mamá me hizo en uno de los tantos almuerzos a los que asisto cuando me llama.

Al principio acepté la oferta como un compromiso moral ya que mamá parecía darme toda su confianza sin necesidad de pensarlo dos veces. No voy a negar que me sentí halagado. Es más, imaginé la cara de mis hermanas mayores al enterarse que el heredero de toda la confianza y voluntad era nada más y nada menos que Alexito, el escritor pusilánime y poeta de ventana que sueña con terminar su novela y ganar dinero con ella. Ya las imaginaba rojas de ira, gritando a los cuatro vientos quien sabe cuantas blasfemias, recordándole a mamá mi pasado de chico punk sin oficio ni beneficio, fulminandome con la mirada mientras que por sus cabezas surge la seguridad que yo no lograre absolutamente nada. Todo esto en conjunto me producía una excitación peligrosa, un sentimiento traicionero capaz de nublar la claridad de mis pensamientos. Había que tomar acciones.
-Vieja- le dije, esa misma tarde- estás segura de tus intensiones. O sea, confías en mí... Porque si no es así no hay ningún problema, viejita, yo ya veré que hago... Mira tengo mi novela bien avanzada y el blog cada vez está mejor y hasta dicen que he mejorado, vieja...

-No te atores, tesoro. Come despacio.

-Ya...

-Bueno. No hables más del asunto. Tienes todo mi apoyo.

No dije nada más.

Para sobrevivir a mis hermanas ideé un plan infalible: convoqué y uní en mis filas a unos familiares de mi entera confianza, quienes individualmente destacan en sus trabajos, para hacerles notar a mis hermanas que lo mio era cosa seria y que si me deseaban sabotear no podrían porque ya todo estaba finamente coordinado.

Mi segundo paso fue más simple. Me reuní con mi hermana mayor. Mamá estaba al lado. Le dije poética y romanticamente mis planes y lo buenos comentarios que había recibido en el blog -¿qué blog?... 'Ahora qué hago', pues, mi blog- para luego pasar a una área más delicada: el dinero. Le dije que con lo mio no había pierde, que si desea ser algo que no lo pensara dos veces. Le dije que todas las cartas jugaban a mi favor, que habría que estar loco para no darse cuenta, y que esto y que aquello y que todo saldría bien, pues, Amelia, no lo dudes, caramba. Al final terminó por aceptar.

El tercero, y último, consistió en convencer a mi otra hermana. La respuesta que me dio terminó por sorprenderme: no me expliques tanto, cuenta conmigo y ya.

Desde un punto de vista profesional fue mi primera victoria empresarial: vencí al demonio de la duda y el pesimismo y me hice de él cual si fuera espadachín invencible. Ahora toca avanzar. Eso creo.

Pasando a otro plano, existen factores a tomar en cuenta. Por el momento no tocaré el tema. Sin embargo, es menester recordarles que desde hace unos días al lado derecho de la pagina -si, ahí donde nadie mira ni hace clic y ni siquiera pretende reconocer su existencia- colgué una encuesta. "¿Qué le gustaría encontrar en un librería para hacer más amena su visita?". Las respuestas justo abajito, ajá, solo lleva un clic.

Considero que sus aportes e ideas, como lo hicieron tan bien en la entrada 'El señor de los libros', son de vital importancia. Solo con la ayuda de quienes tuvieron la generosidad de agregarme en sus filas de blogs a seguir el proyecto podrá concretarse sin problemas. Y esto incluye a los que, como Franz bien me recordó, me leen de forma anónima, detrás de cámaras. Espero contar con su apoyo así como mamá.

domingo, octubre 10, 2010

Sobre el nobel y otras cosas


"Uno no escoge los temas, los temas lo escogen a uno" - Mario Vargas Llosa
Mamá no solo fue siempre una dura critica, seguidora e impulsadora de mis cuentitos e historias de amor u odio -a pesar que en el principio se consideró una ferviente opositora- sino que, además, me incentivó a leer. Yo, como tantos otros niños a los ocho años, me negué rotundamente a tocar uno solo de sus libros. Son cosas de viejos, decía. Mi único afán entonces eran las Tortugas Ninjas y Los Power Ranger.

Mamá había decidido volverme un lector afiebrado y procaz recomendándome y comprando uno y otro libro de diferentes autores y de distintas tallas literarias. A pesar de mis constantes negativas nunca perdió la esperanza. Por ello, cuando terminé de leer mi primera novela corrió a felicitarme y besarme y decirme esas cosas que las madres dicen y hacen cuando su hijo hizo algo bueno.

-Lee a Mario Vargas Llosa- me dijo.

-¿Quien es?

No me contestó. A la semana siguiente compró 'La ciudad y los perros'. Vi la portada, la olfateé, la toqué, la saboreé y, por último, dije: muchas letras. Entonces seguí mi camino. Mamá sonrió sin replicas. Parecía divertida.
Los años pasaron rápidamente. Sin darme cuenta escribía poemitas que se las dedicaba a cualquier chica guapa que pasara por mi lado. Escribía a más velocidad y más seguido. Lo hacia pensando en nada. Me parecía asfixiante y excitante dejarme llevar por otra realidad y ser en ella lo que se me viniera en gana. Me era muy complicado terminar una historia o cuento y cuando lo hacia saltaba de alegría y corría donde mamá para que me leyera y me dijera que tal estaba, si le parecía buena, mala o pésima -y no me mientas, má, por favor-. Ella era sincera y hasta a veces dura cosa que agradecía sin reservas.

Aprendí con el tiempo que el escritor para poder escribir necesita de la elemental presencia de los libros. Aprendí que leer a los mismos no ayuda a ampliar el vocabulario, a conocer otros estilos, a ampliar el horizonte. Lo aprendí y por eso abrí 'La ciudad y los perros' que mamá conservaba en el último cajón de su mesita de noche. Y una vez en mis manos me hice de la lectura, y conforme avanzaba descubrí algo aterrador: la literatura era más de lo que pensaba.

Desde entonces junté mis propinas. Tuve entre las manos: 'La tía Julia y el escribidor', 'Conversación en La Catedral', 'La fiesta del Chivo', 'La casa verde' y muchos otros títulos. Continué leyendo al escritor -que, para mi sorpresa, resultó siendo peruano pero que, también, casi ningún peruano que conocía había leído sobre él o sus obras y si sabia lo sabia por el colegio y por lo que decían las noticias de los premios que ganaba-. Descubrí que su narrativa, por fantástica y emblemática, iba más allá a donde mis inquietudes y fantasías me llevaban. Que la calidad con que Mario Vargas Llosa redactaba sus novelas -a pesar de asegurar él mismo lo difícil que se le hace escribir, pero que lo disfruta como nada en la vida- era una meta a seguir, un lugar a donde llegar, donde sentirme bueno e importante.

Mucho se dijo de por qué la Academia Sueca no le había otorgado aún el nobel de literatura a un escritor que ha sido reconocido con todos los premios posibles, que con su prosa ha llegado hasta los más altos niveles de narrativa para así construir la novela completa. Bueno, pues, después de mantenerme expectante, furioso y resentido por los rumores que aseguraban a Mario Vargas Llosa como el candidato eterno -así como Jorge Luis Borges- por sus intervenciones políticas, fue, al fin, galardonado con el reconocimiento más importante de la literatura mundial llevándolo así hasta la fila de los más grandes e influyentes autores alrededor del globo.

Gracias Mario Vargas Llosa. Gracias por darme un nuevo sentido a la carrera que elegí seguir y por la que lucho cada día de mi vida. Gracias por escribir tan bien como lo haces. Gracias porque tus obras acompañaron mis días y noches haciendome crecer, robandome una sonrisa, mostrándome el mundo tal cual lo ves. Gracias por dedicarte como te dedicaste a la literatura, por volverla un oficio, por enseñarle a los más jovenes que si, efectivamente, es posible lograrlo. Gracias por tu dedicación y empeño, las mismas que tantas veces me hizo soñar.

Como dijo mamá cuando se entero de la noticia: ¡Caramba!, hijo, bien merecido lo tiene.

Gracias escritor y, desde aquí y con total humildad, felicidades.

sábado, octubre 02, 2010

Palabras

Bien. En la siguiente entrada intento un nuevo estilo y otra velocidad. Debo reconocer que en mi imaginación la situación parecía menos complicada pero puestos a materia la cosa es muy distinta.
Con este post muestro mis respetos a quienes logran llevar la rima y la poesía como un juego de niños.
Espero lo disfruten.






-Por fin llego. El viaje fue eterno. ¡Uf!, aún no ha llegado, eso es un alivio. Otro poco y ni la atino. En fin. Mejor me siento.


Lejos, aún, una chica, peine y maquillaje en ristre, mira su reflejo con aire preocupado. ¡Espero no se vaya ese muchacho!, piensa. Vuelve a pensar: ¡Ay!, pero si falta para la hora, no me debo preocupar.


En el parque Las Olivas, el joven termina otro cigarro pensando: si llega en cinco estaré relajado. No sabe que lejos la chica va por el sombreado.

Se para, se sienta, un cigarro y otro y no llega pero vendrá porque sé que me ama o, al menos, me amará cuando descubra mis habilidades de conquista. Sin duda, caerá rendida.


Tantos años de soltero tiene su efecto: una gata de nombre Lucero. La decimoquinta cita es la vencida, esta niña no se me esquiva. Y qué pasa que no se avecina. Paciencia, no te desanimes, seguro fue su rimel o algo por el estilo.


Llaves, celular, peine, espejo, maquillaje; oh, ¡por dios!, no cerré el garaje. Mira la hora: veinte para las nueve. ¡Bah!, solo cuarenta minutitos de retraso, ese chico está templado y esperarme no le será complicado.


Sube al auto, señores, pueden creerlo, sin síntomas de arrepentimiento, deseando no haberse olvidado nada. Dentro vuelve al conteo. Prende la radio, busca emisora. Al fin escucha una de Arjona, de esas sentimentalonas. Trata de recordar: apagué la televisión, las luces del cuarto, la comida para Ronaldo, el perrito de Gerardo, su hermano, que cuidará hasta marzo. Todo listo. Entonces nos vamos.


En el parque el chico se cansa de jugar con los dedos. Mejor voy a la esquina, piensa, de repente sale por ahí. Es mejor caminar que seguir aquí. ¡Ay!, si algo le pasó, se detiene de repente. Si algo anda mal, si un chofer asesino le chocó el carro, si está asustada en alguna avenida llamando a su tía o esperando que aparezca la policía pero nadie viene en su ayuda mientras yo pensando en tonterías. Anda más rápido, volviendo la cabeza de una lado para otro, mirando de cuando en cuando el reloj, rezando porque solo sea su imaginación, que llegue por el amor de Dios. La gente ve como el hombre junta las manos y mira al cielo pidiendo por quien sabe quien, es un espectáculo atrós, pobre señor. Sin embargo, al hombre esto le tiene sin cuidado, ya esta desesperado y por más que la llama ella no ha contestado. Si sigue así terminara en el manicomio. O, quizá, no va a venir y solo hace un teatro para despistarlo. Si, eso debe ser, ahora sale con otro sin importarle mis sentimientos... No le importa que ando llorando...


-¿Y mi celular?...Oh, lo tengo apagado- piensa la chica, ya no tan lejos de ahí, ya no tan despreocupada y ya no tan impaciente. No podía salir sin estar bien arreglada y sin dejar la casa ordenada, qué pensaría si lo llevara. Él entenderá, parece ser bueno.

Entonces descubre las llamadas perdidas, el mensaje de voz, el de texto. Maldición, qué exagerado, solo fue un retraso como si a él nunca le hubiera pasado.