- Puesto 5: "Crónica de un matrimonio anunciado"
- Singular experiencia en casa de los tíos de Erika a la que aún no he podido -ni creo poder- recuperarme.
- Puesto 4: "Digamos casada"
- Luego de escuchar tantas veces la palabra matrimonio imaginé el paso de los años gracias a esa sabia, y necesaria, para conservar el honor y la honra familiar, decisión. Esto fue lo que vi.
- Puesto 3: "Ira"
- Viví ilusionado pensando en terminar los siete pecados capitales llevándolos a un contexto moderno, narrandolos de diferentes maneras para generar una lectura cómoda y entretenida. No conseguí ni lo uno ni lo otro. Una complicada situación me hizo retroceder en esta búsqueda. Resultado: abandone el blog varios meses. Este fue el mejor post que conseguí.
- Puesto 2: "Mute"
- Sin duda uno de mis cuentos mejor logrados. Fue el inicio de algo mejor.
- Puesto 1: "Etéreo"
- Primera entrada de una trilogía a la que dediqué mucho tiempo y esfuerzo en concretar. Quise desarrollar personajes memorables, con vida propia, atribulados e incomprensibles desde la visión de un anciano que vive enamorado de Doña Pacha, su guitarra.
lunes, diciembre 27, 2010
Por fin de año
lunes, diciembre 20, 2010
Estas ahí, señor...
Mi camino siempre estuvo marcado. Desde que recuerdo, escribo. Desde que recuerdo, también, admiro su sentido del humor ácido, agudo, a veces fuera de lugar y otras hasta petulante y mal intencionado, pues son habilidades que reconozco en la mayoría de personajes que nacen de algún lugar apartado en mi cabeza y que siguen existiendo gracias a la terquedad que heredé de él, a ese carajo y puta madre que me enseñó a decir para darme valor cuando algo mal me salía. A menudo escribo poemas. A menudo, también, se los leo en voz alta a mamá para que, desde su rincón, control remoto en ristre, pueda escuchar cuanto he mejorado y cuanto deseo hacerle sentir orgulloso por andar el camino que no quiso para mi pero sé, sin embargo, admira por la insistencia con la que lo recorro. Porque, debes saber, Betito, lo terco hasta los cojones lo heredé de ti.
Cuando niño escuchaba a veces afirmar a mamá, furiosa, arrojando espuma por la boca, que no servía para nada. Yo no le creía. Era bueno para hacerme reír, para subirme a sus hombros y llevarme al colegio, para tener mis zapatos bien lustrados y el desayuno servido puntualmente, para divertir en las fiestas familiares, para hacer de las pequeñas cosas un motivo para ser feliz. Mamá no podía estar hablando enserio, pensaba.
Los años me obligaron a pensar que posiblemente mamá no estaba tan equivocada. Había cometido tantos errores en su vida que ahora era difícil verlo como el héroe que recordaba. Dejé los carros y los power ranger para dedicarme a los libros y a mis textos. Dejó de llamarme cada vez que la "U" estaba jugando -aquel 98, 99 y 2000 del tri-campeonato- pues encontraba negativas desde mi lado. Él amaba los deportes y las fiestas y yo los libros y las conversaciones de historia, literatura y política. Él amaba el ron y yo los cigarros a la luz de la luna. Él me contaba sus aventuras y yo me escandalizaba por ellas. Él buscaba mi amistad y yo creía que ser amigo de alguien tan distinto a uno solo era posible en la literatura o en las telenovelas que mamá veía. Él me esperaba despierto y yo le gritaba por molestarme al verme llegar. Él me amaba en secreto y yo solo pensaba en la soledad. Él no esperaba un gesto y yo no quería ni podía dárselo. Él no era perfecto y yo esperaba más. Él era él y yo quien sabe quien. Él es papá y yo el hijo que nadie quiere tener.
Él un hombre alegre, educado, bailarín apasionado e hincha hasta los huesos de Universitario de Deportes -La "U", como le decimos por aquí-. Un hombre que vivió no como le dictaba la razón sino los pies, el hígado y el corazón. Un hombre, aunque equivocado en sus acciones, de vehemencia tan grande a la hora de ir en busca de lo que quiere que hasta asusta, sorprende y admira. Un hombre tan buen mozo, como dice mamá, que es difícil pensar en él en buenos términos, con buenas intenciones, con buenos ojos. Un hombre que solo quiere ser hombre y que nada que ver con los raritos esos que pululan por ahí sin el menor respeto a la belleza natural. Un hombre que nunca dudó en afirmar que escribir es para los que tienen dinero y para Mario Vargas Llosa y que como pasatiempo bacán pero para sobrevivir es mejor pensar en otro oficio mejor remunerado. Un hombre que no sabe si escribo bien, mal o peor, pero que, aunque no lo afirme, escucha siempre las historias que cuento en reuniones y sueña como sueño con ellas y llora como lloro y grita como grito y salta como salto y ama como amo y es feliz cuando yo lo soy. Un hombre como ningún hombre que he conocido. Un hombre al que amo a pesar de nuestras diferencias, de nuestras eternas peleas. Un hombre que supo perdonarme cuando perdí el tiempo alejándome de él y que ahora no solo es mi padre sino mi amigo, mi compañero, mi confidente. Un hombre que hoy atraviesa la etapa más difícil de su vida pero que la lucha como todo hombre debe lucharla: hasta las últimas consecuencias.
domingo, diciembre 12, 2010
Papeles perdidos
Con fecha 9 de enero, al promediar las ocho de la mañana, Lucia Rino Huamán (18) salió de su domicilio en la cuadra 4 de la avenida Canevaro, Lince, rumbo a su centro de labores ubicado en la cuadra 11 de Javier Prado Oeste. En dicho local de la cuadra 11 de Javier Prado Oeste no se registró la llegada de lucia Rino Huamán, según aseguraron Alejandro Vasco Peña e Isabel Gadea de Vasco, propietarios del local y que fue corroborado por los distintos trabajadores en calidad de testigos.
La policía no tiene datos precisos sobre su paradero anterior a los hechos, aunque se especula, como consta en acta, por fuentes cercanas a la víctima, que habría decidido ir en busca de Camila Montes Puma (20), ex compañera del colegio Santa María, Pueblo Libre, por razones también desconocidas. El paradero de la susodicha es aún desconocido. Las entidades policiales han agudizado la búsqueda de la que seria la pieza más importante para resolver el caso.
El cadaver de Lucia Rino Huamán fue encontrado quince días después de efectuados los hechos en dos bolsas de basura bajo el puente Abancay, a la orilla del rio Rimac, por Julian Quispe Quintana (47), recolector de botellas de plástico, quien hacia su jornada diaria. Julian Quispe Quintana aseguró a la policía haber cambiado su ruta laboral producto de un impulso, sin sospechar lo que ahí encontraría, de inmediato dio parte a las autoridades correspondientes. El resultado de la autopsia, arrojada cinco días después de hallado el cadaver, dictaminó la identidad de la víctima -a la que desde ahora llamaremos occisa- y el macabro resultado de lo que se especula seria un crimen pasional.
Cumpliendo con el reglamento, las autoridades fueron en busca de José Luis Ramirez Cornejo(28) alias 'Pepe', a su domicilio en el paradero 19 de la avenida Flores de Primavera en San Juan de Lurigancho, donde el susodicho no se ubicaba segun manifestó el menor de iniciales JRM, sobrino del sospechoso. A horas de la mañana del 30 de enero, la policía repitió la visita del sospechoso a su domicilio en San Juan de Lurigancho obteniendo como resultado el mismo del día anterior. La búsqueda, en ese caso, fue con más insistencia por considerarse sospechosa las reacciones y actitudes en la que los familiares negaban a José Luis Ramirez Cornejo. Dos días después de iniciada la búsqueda y posterior persecución, luego que las autoridades resolvieran un claro encubrimiento por parte de los habitantes de dicho domicilio, José Luis Ramirez Cornejo fue hallado en el segundo piso de la vivienda, escondido y con el cuerpo inerte. Fue trasladado de inmediato al hospital de la localidad donde falleció dos horas después, sin confesar o dejar en duda su responsabilidad en el crimen y sin dejar huellas al respecto. Los medicos a cargo dieron razones de la causa de la muerte de José Luis Ramirez Cornejo -datos que adjunto con copia en el presente informe-, donde reza sucidio motivado por veneno para ratas -las cantidades se especifica en el documento adjunto, con dos copias de acuerdo a ley-.
El caso fue transferido a otra entidad, al igual que la búsqueda del asesino y las causas del suicidio de José Luis Ramirez Cornejo, como consta en acta.
Lima, 3 de Febrero de 2009.
miércoles, diciembre 01, 2010
El loco nunca muere (I)
martes, noviembre 23, 2010
Donde lloran las luciernagas
martes, noviembre 02, 2010
eFeCtOs SeCuNdArIoS: eL IdIoTa
Nota: Una buena, mediana o mala lectura suele ser bien digerida acompañada con una buena canción. La anterior, busca cumplir con ese objetivo. Abrazos y más.
eFeCtOs SeCuNdArIoS, reza el título que ella termina de leer. Paola me dejó una gran lección, dice. Cuál, pregunta él, asustado. Las apariencias engañan. Él no contesta, prefiere contemplar su rostro, besar sus labios y su frente y hacer de cuenta que algo bueno aprendieron esa noche. De todas formas, piensa, un día sin aprender es un día desperdiciado aunque la enseñanza venga desde ese lado y de un cuentito sin sentido.
Cierran la web, apagan el ordenador, las manos de entrelazan mientras los cuerpos tiemblan ante la certeza de estar cerca del otro. Ella le dice que lo ama. Piensa él: yo también. Y tú, me amas, pregunta ella. Si, amor, te amo aunque a veces esté tan enojado para recordartelo o tu insistas en no creerme. Juega con su pelo, acomoda un mechón detrás de su oreja, la besa una y otra vez. Ella dice: necesito escucharlo de vez en cuando. ¿De vez en cuando?, arquea una ceja él, sintiéndose ofendido por esa mujer que no para de besarlo. Quiere recriminarle, decirle que está equivocada, que busque en su memoria, que sus palabras no solo son mentiras sino también ofensivas, que él, aunque agotado por tanto trabajo e impotente ante tantos problemas, trata de demostrarle de todas las maneras posibles que nunca dejó de amarla y que por más dificultades que se presenten ese sentimiento no va a cambiar. Sin embargo, calla, no habla y ya no besa y ya no le dice que la ama y ya no juega con su cabello y solo piensa mientras ella vuelve a buscar sus labios teniendo como resultado una caricia, un susurro de lo que fue hace unos instantes. No lo entiendes, dice él. Qué debo entender, pregunta ella, que ya no me amas, que estás otra. Ella esconde una lágrima. No lo entiende, piensa él. Piensa: no entiende lo que es ser hombre, lo difícil que es sobrellevar tantos problemas; no todo es besos y abrazos, caray.
Enojada y decepcionada ella sale de la habitación escuchando detrás a aquel hombre que pretende adornar su cama, su casa y su vida como le reclama su actitud infantil, sus ganas de arruinar los buenos momentos, su plena disposición para la autodestrucción y la peliculina. Eso es lo que eres, carajo, una peliculera. No eres el hombre del que me enamoré. Y tu no eres la mujer de mi sueños; todo está cagado, coño. Entonces ella baja las escaleras, se sienta al lado de su abuela, quien mira una telenovela de algún canal mexicano; esto ella no lo sabe pues no mira la televisión ni escucha a su abuela hablarle ni le presta atención a su perrita. Ya nadie existe, se dice mientras ahoga un sollozo.
La convivencia mató el amor, el respeto y la pasión. Piensa él: ya ni siquiera dejamos de insultarnos. Peleamos de todo y por todo. Ella no entiende cuan complicado es llevar todo este peso encima, cuan difícil es sobrevivir ante tantos problemas: las cuentas a fin de mes, las deudas, las tres comidas diarias, las largas horas de un trabajo mal remunerado, la impotencia ante la mediocridad en la que siente se está quedando sin quererlo, los dolores de cabeza y de estomago, la poca atención a sus metas personales y a volver a sentirse joven de nuevo, vivo, lleno de energías. Ella solo sabe llorar. Ella solo piensa en cariño y cariño y no me ayuda y no me deja avanzar y no entiende cuan complicado es y no piensa que debemos luchar y que debe ser paciente porque todo lleva un esfuerzo, un tiempo. Ella no sabe o no quiere saber o simplemente prefiere hacer de cuentas que el hombre es el encargado de solucionar todos los problemas cuando yo creo que una pareja sale adelante ante el esfuerzo conjunto.
Quiere llorar, pero no puede: olvidó cómo, expulsó de su memoria el sabor de las lágrimas, se volvió rudo, fuerte e impaciente, el que todo lo quiere perfecto, el que se dice superior por saber solucionar cuando no ha solucionado nada, cuando sigue sumergido en la pusilánime idea del todo lo puedo y nada hago. Quiere escribir y no puede. Quiere leer y olvidó cómo. Quiere gritar pero no puede: no es su casa. Quiere ser fuerte y se siente débil. Quiere golpear pero teme al dolor. Quiere y no puede y se enoja y se echa en la cama y mira el techo y se golpea la cabeza y ya nada es como antes, piensa, y nada fue lo que pensé, maldita sea, y todo el mundo tenía razón cuando aseguraron cuan difícil es vivir con alguien y cuan complicado el primer año y el segundo y la san puta madre. Donde está el amor, a donde se fue. Pero...
De pronto, se siente idiota. Siente que perdió el tiempo enojado, que esto lo lleva a empeorar y nunca a lo contrario. Soy un idiota, se dice.
Corre las escaleras: donde está, señora, pregunta a la anciana que mira atenta la televisión. En el baño... No espera que termine de hablar, corre al baño y, sin tocar la puerta, abre la cerradura con una llave que guarda siempre en el bolsillo del pantalón.!Ay!, está ocupa... Soy yo, lo siento. No la ve, una puerta de vidrio los separa. Qué quieres, pregunta ella. Verte. Me estoy bañando, vete. No, dice él. Vete, repite ella. Se vuelve a negar. Quiero hablar contigo. Se acerca a la puerta, la abre: ella tiene un jabón en las manos, mira el piso y parece haber llorado. Él ve su cuerpo, aquellas curvas que ya no son más de adolescente, como suele recordarlas, sino maduras, de una mujer que vive y duerme con alguien y que su anatomía olvidó ya la timidez de ser descubierta. No llores, le dice, te amo y lo sabes. Es todo lo que te pido, dice ella. Lo siento, le pide él. Entonces, se quita la ropa, entra con ella, la abraza, la besa y, en ese efímero momento, la hace suya mientras una lágrima recorre lentamente su mejilla recobrándolo a la vida, recordando el sabor del amor, haciendolo sentir idiota de nuevo.
miércoles, octubre 27, 2010
El combate de siempre
sábado, octubre 23, 2010
Quiero ser un Beatles
Ojó: para hacer más amena y real su lectura, el autor -o sea, yo- recomienda -encarecidamente- escuchen y vean el video clip.
Es mediados de setiembre, tengo doce años. Papá trae a casa un CD con recopilaciones de grandes músicos de los años sesenta, setenta y ochenta. Lo compré a buen precio, me dice. Camina al equipo de sonido, coloca el disco y espera unos segundos a que lea el contenido. Yo miro a papá. Siempre me pareció un hombre interesante con cosas raras para contarme de su juventud en Miraflores, de sus bailes con mamá en discos en el Centro de Lima y los festivales de salsa que presentaban en el Callao. Mientras pienso en todo esto la música se muestra.
-Quienes son- pregunto, recordando la melodía de una película que mamá ve cada vez que puede: Grease, creo que se llama, o Vaselina. Los Bee Gees, contesta papá. Me callo tratando de encontrarle sentido. Es muy antiguo, digo por fin.
Aburrido doy media vuelta. Espera, dice papá. Vuelvo el cuerpo arqueando una ceja. Esto te va a gustar. Please please me de los Beatles, agrega.
Papá no está equivocado. Lo que al principio me parece un tema incomprensible termina por sonar tan bien que le pedo me cuente más de ellos. Entonces escucho por vez primera acerca de los cuatro de Liverpool.
Mientras escribo este post escucho mi canción favorita -In my life-, recordando que mi primera intención antes de redactar fue realizar un homenaje periodístico a la banda que tantos buenos recuerdos y anécdotas le dio a papá y a millones de personas, quienes, por azar o por justicia, disfrutan aun ahora de aquellas canciones al lado de sus hijos o nietos o ambos. Sin embargo, mucho se ha dicho y escrito ya de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr -como grupo y como solistas-. Sus nombres son marcas registradas y cada día leemos más y más cosas sobre ellos: desde su separación, la muerte de John, la influencia que tuvo en él Yoko Ono, las recopilaciones de sus mejores canciones, su vídeo juego. Tanto que a veces se olvida cuanto amaron ellos la música y cuanto divirtieron a nuestros padres y abuelos. Tanto que uno más, en condición tan humilde, no podría decir nada nuevo, nada que no se sepa, nada que no se haya leído o escuchado.
Entonces este post termina por ser una voz al cielo por los que se fueron, por lo que representaron en su tiempo y por lo que aun representan. Un agradecimiento por tener la buena idea de haber hecho lo que les gustaba, de no tener miedo o de vencerlo si era necesario. Un agradecimiento por hacerme desear haber nacido en sus épocas para verlos en el Carven Club. Por Yesterday -misma que unió a mamá y papá, allá por los años ochenta-, por Love me do, por All my loving, por She love you, por Rock&Roll music, por Twist and Shout y por las muchas otras.
Disculpen la nostalgia y las pasiones, nunca les mencioné que sería fácil leerme... Solo que mientras pensaba qué escribir se me ocurrió qué hubiera pasado si fuera uno de los Beatles.
lunes, octubre 18, 2010
Campaña de fidelización
viernes, octubre 15, 2010
Encuesta
domingo, octubre 10, 2010
Sobre el nobel y otras cosas
sábado, octubre 02, 2010
Palabras
-Por fin llego. El viaje fue eterno. ¡Uf!, aún no ha llegado, eso es un alivio. Otro poco y ni la atino. En fin. Mejor me siento.
Lejos, aún, una chica, peine y maquillaje en ristre, mira su reflejo con aire preocupado. ¡Espero no se vaya ese muchacho!, piensa. Vuelve a pensar: ¡Ay!, pero si falta para la hora, no me debo preocupar.
En el parque Las Olivas, el joven termina otro cigarro pensando: si llega en cinco estaré relajado. No sabe que lejos la chica va por el sombreado.
Se para, se sienta, un cigarro y otro y no llega pero vendrá porque sé que me ama o, al menos, me amará cuando descubra mis habilidades de conquista. Sin duda, caerá rendida.
Tantos años de soltero tiene su efecto: una gata de nombre Lucero. La decimoquinta cita es la vencida, esta niña no se me esquiva. Y qué pasa que no se avecina. Paciencia, no te desanimes, seguro fue su rimel o algo por el estilo.
Llaves, celular, peine, espejo, maquillaje; oh, ¡por dios!, no cerré el garaje. Mira la hora: veinte para las nueve. ¡Bah!, solo cuarenta minutitos de retraso, ese chico está templado y esperarme no le será complicado.
Sube al auto, señores, pueden creerlo, sin síntomas de arrepentimiento, deseando no haberse olvidado nada. Dentro vuelve al conteo. Prende la radio, busca emisora. Al fin escucha una de Arjona, de esas sentimentalonas. Trata de recordar: apagué la televisión, las luces del cuarto, la comida para Ronaldo, el perrito de Gerardo, su hermano, que cuidará hasta marzo. Todo listo. Entonces nos vamos.
En el parque el chico se cansa de jugar con los dedos. Mejor voy a la esquina, piensa, de repente sale por ahí. Es mejor caminar que seguir aquí. ¡Ay!, si algo le pasó, se detiene de repente. Si algo anda mal, si un chofer asesino le chocó el carro, si está asustada en alguna avenida llamando a su tía o esperando que aparezca la policía pero nadie viene en su ayuda mientras yo pensando en tonterías. Anda más rápido, volviendo la cabeza de una lado para otro, mirando de cuando en cuando el reloj, rezando porque solo sea su imaginación, que llegue por el amor de Dios. La gente ve como el hombre junta las manos y mira al cielo pidiendo por quien sabe quien, es un espectáculo atrós, pobre señor. Sin embargo, al hombre esto le tiene sin cuidado, ya esta desesperado y por más que la llama ella no ha contestado. Si sigue así terminara en el manicomio. O, quizá, no va a venir y solo hace un teatro para despistarlo. Si, eso debe ser, ahora sale con otro sin importarle mis sentimientos... No le importa que ando llorando...
-¿Y mi celular?...Oh, lo tengo apagado- piensa la chica, ya no tan lejos de ahí, ya no tan despreocupada y ya no tan impaciente. No podía salir sin estar bien arreglada y sin dejar la casa ordenada, qué pensaría si lo llevara. Él entenderá, parece ser bueno.
Entonces descubre las llamadas perdidas, el mensaje de voz, el de texto. Maldición, qué exagerado, solo fue un retraso como si a él nunca le hubiera pasado.