Recuerdo sus ojos fijos en los míos.
La timidez que embriagaba con vehemencia sus
palabras...
La noche, tan corta y eterna.
Recuerdo su largo cabello negro siendo
acariciado por el viento. Sus sueños que viajaban por el mundo, que se
alejaban una y otra vez para luego regresar.
Recuerdo su discreta ternura, su fina
sonrisa, y el camino que había tomado y que la había llevado hasta ese
momento.
Porque era ese momento que no pudo imaginar, pero que logró robarle una sonrisa a pesar que su alma clamaba piedad.
Y era la noche y sus estrellas.
Y eran
las historias escritas y las que se escribirían...
Era todo esto y más, que
lograron volverla a la vida cuando la muerte se apoderaba de su esencia.
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