lunes, marzo 16, 2009

La diosa que se hizo llamar Shinfua


Creo que estaba enamorado. Volvía el rostro una y otra vez buscando a aquella diosa escurridiza de cabello negro y ojos marrones, que sin percatarse siquiera de mi presencia iba de un lado a otro, luciendo con enorme sonrisa una cebra de felpa colgada en sus hombros. Quien es ella, le pregunte a Jaime -quien después de mentarme la madre por interrumpirlo en mitad de su bebida- me dice es capullomon. Fruncí el ceño. Dime la verdad, le dije, cual es su nombre. Repite capullomon, luego me cuenta que así es como le dicen porque su menssenger tiene ese nombre o algo por el estilo. Debía de averiguar más sobre ella antes de aventurarme a entablarle una conversación. Camine empujando a las personas para llegar a la salida -deje para otro momento el saludar al cumpleañero, se merecía mínimo una caja de cerveza por invitar a tamaña hermosura- ya fuera pregunte por Israel, amigo cercano que estaba seguro me daría información pues conoce a todo el que lleve pelo largo y pantalones ajustados que pululen por estas calles. Se fue a comprar, me contesto un chico de mediana estatura, cabello largo y ojos grandes. Esperé unos minutos para ver si no tardaba. Desde ahí lograba verla caminar, conversar con chicos quien en mi vida había visto, sin nada más que una sonrisa. vi. a Israel llegar rodeado de algunas personas, reconocí a Darío, Miguel, Daniel y Mario y otros dos que me resultaban familiar y no sé de donde. Chato, me dijo, vamos a la casa de Mario. Pero no quiero irme, pensé, mejor quedémonos, le dije, si acá está el movimiento. Israel rió diciendo si prefería quedarme normal ellos irían a otra parte porque se mueren del aburrimiento en esta tocada mitad fiesta de ambiente mitad infantil. De acuerdo, antes quiero preguntarte por capullomon. Israel me miro unos segundos sin comprender lo que le preguntaba, de quien hablas, dijo al fin. Se la señale. Un segundo después contestó: es Sandra, ahora vamos.

A esa chica la he visto en alguna parte, pensé. Mario acomodaba unas sillas para los demás, sopesaba en voz alta un buen disco solo mientras esperábamos a los que faltaban. En unos minutos debíamos de salir. A quien miras tanto, inquirió. Yo estaba parado junto a la ventana, pensando en nada específico solo hasta que ella pasó con un polo morado, casaca negra con estampado algo extraño que de lejos no pude distinguir y pantalón del mismo color, no se veía para nada mal pero ¿quien era? ¿Donde la había visto antes? Mario se acercó. vi. a los otros chicos del grupo, pasaban de mano en manos botellas de vidrio con un liquido blancuzco donde una pasa color verde reposaba en el fondo, vi. las gaseosas y cajetillas de cigarro también, todo estaba listo para el concierto. Estás mirando a Sandra, me dijo Mario, cuidado chato su hermano es celoso después no quiero defenderte. Israel escuchó la conversación y decidió opinar: sale con un tipo además, de la comuna hardpunk creo, olvídala. No la olvidé, no podía hacerlo. Traté de disfrutar el concierto, que en un principio asegure como imposible pero luego de varios vasos encima tenía las agallas suficientes para pasarlo genial. Salte y disfrute de la música sin miedos y preguntas sin importancia alguna ¿se habrá fijado en mí? ¿Sabrá siquiera quien soy? Más tarde me entere que Sandra vivía a unos pasos de la casa de Mario y que su hermano no es tan celoso como me lo planteaban. Fueron en esos momentos donde se apareció. No iba sola, un grupo regular en número rodeaban su cuerpo como si conciente o inconcientemente celaran su belleza y proclamaran a los otros indignos de verla o fueran su guardia personal, conversaba alegremente con dos chicas de su misma estatura y misma edad, o eso pensé. No deje de mirarla en toda la noche y no fue hasta que nos fuimos cuando me atreví a preguntarle a Mario por ella. Mi hermano la conoce mejor, mañana anda a mi casa todos van a ir, me dijo.
Fui al día siguiente y el que sigue y el que siguió a ese día sin obtener mayor información a la ya obtenida. Brandon, hermano de Mario, me contó algunas anécdotas de niños traviesos y, después de tanto insistirle, prometió conseguirme su menssenger con la condición de no molestarlo más, te lo prometo brandon. Solo espere dos semanas, tres días, diecisiete horas y no si sigo porque va a parecer puro cuento, para tener resultados. Ya está, me dijo Brandon, ya le di tu menssenger y apunta rápido el de ella por si no te agrega. Qué le dijiste, quise saber. Nada especial, un pata quiere conocerla y dice que es bonita y que apunte tu correo y nada más. No supe como agradecerle. Esa misma noche la agregue. A los cinco minutos: quien eres, digitó Sandra. Escribí un admirador secreto pero casi al instante lo borre y digité un fan enamorado y otra vez lo borré por lo que decidí solo poner Alex ¿tu? Hablamos de todo un poco. Su modo de conversar era fluido, sin tapujos ni inhibiciones pero no vulgar ni incoherente, solía ser directa y la vez conservadora, una combinación extraña en una sola persona y unos cambios de tono que en vez de marearme mantenían despierto todos mis sentidos, sin lugar a duda una niña sumamente inteligente. Me contó su afición por los mangas y los animes, así que la hice prometer que me dibujaría un personaje de cualquier anime, de acuerdo pero debes de darme el nombre o la imagen. Aproveche la oportunidad para cuadrar una cita, o un encuentro amistoso como lo decidí llamar.
Las reuniones en casa de Mario salían en su mayoría llenas de experiencias inigualables, incomparables, que no cabe en esta historia contar salvo esta y un par más quizás. Acababan de pedirnos amablemente que ingiriéramos nuestras bebidas alcohólicas en otro lugar porque nuestro escándalo despertara a toda la casa, así pues cruzamos la acera y cuadramos nuestras botellas en la vereda, compramos unos cigarros para evitar que la señora de la bodega nos diga algo y nos dispusimos a seguir divirtiéndonos. De pronto: oye chato, viene Sandra, grito Israel. Todos silbaron y aplaudieron. Sonrojado volví la mirada a mi vaso, rezando que no se diera cuenta de mi presencia porque que vergüenza que me vea en esas y en ese estado, ni hablar. No venia sola, Brandon la acompañaba. Chato, me dijo cuando se hubo acercado, ella es Sandra. Nos dimos un corto beso en la mejilla. Brandon me miro con una grande sonrisa luego se excuso, debía hacer otras cosas. Por primera vez escuche su voz, suave, lenta, respetando siempre los tiempos de su interlocutor, sonriendo, en una mierda pero que linda se ve. Quedamos en vernos el fin de semana para entregarle el dibujo de una vez por todas. Esa noche pensé en ella. Al día siguiente consumí dos horas de Internet buscando un dibujo apropiado, al final decidí por uno sencillo y no muy escandaloso, era la mitad del cuerpo de Sakura de Naruto.
-Alex, en qué piensas- inquirió Sebastián.
-Nada con importancia. Nunca te conté de Sandra ¿no?- mi amigo negó con la cabeza. Caminábamos por la avenida Las Flores rumbo a su casa, iba a prestarme su cuaderno de filosofía -creo que tenemos tiempo. Deja que me compro un cigarro.
-Que sean dos causita.
Me subestimas, me dijo mirándome a los ojos. Trate de evitar su mirada acusadora concentrándome en la imagen que llevaba en las manos, no seria capaz, le dije al fin. Volví mi mirada a la suya y casi al instante la desvié. Ahora debes de ponerle una dedicatoria, sugerí. Sandra busco un lápiz en su mochila, como que puede ir. Pon con mucho cariño para mi súper mejor amigo Alex y abajo tiene que decir vasito. Sandra formo una media sonrisa y escribió casi al pie de la letra lo que le pedía, solo omitió la parte de súper mejor amigo, no me atreví a contradecirle porque ya era mucho lo que hacia por mi. Lo único importante era que había cometido mi propósito del día: estar con ella, conquistarla con mis niñerías y acercarme un poco más a su corazón ya ocupado. Mi plan era sencillo: debía convencerla que no hay mejor hombre para ella que yo y que estar enamorada de esa pata con pinta de niño bueno y ojos perdidos era una pérdida de tiempo. No obstante mi plan tenía muchos puntos débiles. El primero era el hecho de su tonta relación con él pues solo le traía problemas y disgustos que, sin saber como ni por que, ella estupidamente permitía. Lo segundo ocurrió a los tres días cuando salí con Jackie. Un encuentro casual, sin mucha relevancia en su momento solo un par de besitos de dos típicos adolescentes perdidos por la pasión de vivir por vivir, terminó siendo el comienzo de una relación mas o menos duradera y más que menos intensa. En ese momento tenia claro olvidar a Sandra, era lo mejor. A los dos meses seguía teniendo en claro eso, Sandra, o vasito como la llamaba porque una vez me contaron la vieron picada pidiendo un vasito para servirse más trago porque tomar es lo mejor que se puede hacer a nuestra edad, no era para mi y punto. Por ello me atreví a invitarla a salir en plan de amistad. Seria la mejor oportunidad de entregarme el dibujo que le había mandado a hacer. Salimos, conversamos, tomamos y no fue gaseosa, y en un momento ella estaba entre mis brazos sufriendo las malditas consecuencias de ser tan débil con el licor. La amaba. La amaba aunque tuviera enamorada y aunque ella también lo tuviera. Sabia en el fondo que vasito sentía lo mismo por mi, tenia que ser cierto. Por eso la invitaba a uno y otro concierto y le pedía que no lo lleve y ella me juraba que iría él de todas formas pero podríamos hablar un ratito. Fueron entre esos días donde lo vi. de nuevo. Tú conoces a Clara, me pregunto un chico alto de pelo corto con polo verde y zapatillas del mismo color. Vasito no había ido a ese concierto en Barranco y no importaba del todo porque esa noche estuve con Jackie y me gustaba estar así. Era extraño porque Jackie me daba un calor diferente, como si las cosas fueran sencillas si ella estuviera a mi lado, me quería y creo que yo igual. Si por qué, pregunté, ella es mi prima, dije a los dos segundos. Alex, me dijo, no te acuerdas de mí. Lo mire fijamente. Iba a decir no, no me acuerdo, de pronto sonreí: Carlos, Maria inmaculada, primer año de secundaria. Nos abrazamos y conversamos por mucho tiempo. Carlos se había acercado a mi justo cuando estábamos un grupo regular de personas sentados esperando un carro que nos lleve a casa, el había sido parte de ese grupo desde la tarde y no logre reconocerlo sino cuando me dijo si conocía a Clara, mi prima, estudiamos juntos en el mismo colegio hasta que el siguiente año me cambiaron a uno en Barranco y no supe más de ellos salvo de Clara. Conversamos todo el rato, prometimos vernos muy pronto, tantas cosas por hablar tanto por decirnos. Resultaba que Carlos había llegado al grupo gracias a su amigo Michael, fueron compañeros en el último año de secundaria y éste conocía a Daniel, amigo cercano del grupo al que yo pertenecía. Por ello, fuimos a varios conciertos juntos y le conté sobre Jackie y vasito y le dije que estaba enamorado de ambas y que a ambas la quería pero que vasito era un amor imposible posible porque estaba con ese. Unas semanas después nos encontramos para ir a la galería Brasil a comprar unas cosas. En el camino me confesó haber visto a Sandra, su hermano me la presento, cómo conoces al hermano, Michael, mi amigo, me presentó a su hermano, Michael, tienen el mismo nombre alucina. Asentí con la cabeza, ya lo sabía. Bueno, me la presento y parece una chica lista, tienes suerte bonzai. Fruncí el ceño.
-Espera, no tan rápido que me pierdo -pide Sebastián -Dobla a la derecha para tomar el camino más largo. Tu historia empieza a gustarme.
-No te burles.
-Me vez reír.
-Lo haces en este momento.
-Okay, que paso con ese Carlos ¿aun lo vez? ¿Vasito o Sandra o no sé como se llama, le dijiste lo que sentías?
- Somos buenos amigos los tres. Los veo ahora muy poco. Carlos vive a cinco minutos de mi casa.
-Eso quiere decir que Sandra llego a conocer más a tu amigo, esto se pone picante -sonríe a medias, me pide que le invite un cigarro y yo le digo que no me queda otro pero que paremos en un bodega para comprar.
-No solo se conocieron si no que llegaron a ser muy buenos amigos. Respondiendo a tu pregunta, no se lo dije del todo. O sea, escribí una especie de diario y se lo dedique. En el contaba lo mucho que me divertía sentir su presencia y otras muchas cosas que pasamos juntos, conciertos, borracheras, conversaciones, confesiones, momentos difíciles y felices. Al final decía que había llegado a entender que yo solo era un expectante en su vida y que seguiría estando con ella como su amigo y que quererla fue lo mejor que le pudo haber pasado a mi vida y mi prosa.
-¿como?
-No supe que quería ser escritor hasta que empecé con ese diario.
- Carlos y Sandra... que paso con ellos en realidad.
Vienes si o no, le dije, mirándolo a los ojos, apretando los puños por la ira, esperando que mi amigo diera un paso hacia donde estaba y me acompañara como prometió hacerlo. Vamos, me dijo. Nos separamos del grupo dejando en él a Jackie, Sandra y otros. No había sido un buen día. Solo unas horas antes le pedí a Jackie terminar lo nuestro porque me sentía confundido, la realidad era que no quería seguir mintiéndome estando con ella, vasito era lo único que cruzaba por mi mente. Esa noche fuimos a un concierto en Los Olivos y ahí estaba. Encontré a Sandra con unos chicos y estuvimos juntos a Carlos hablando de varias cosas. Jackie se acerco a los pocos minutos, borracha, gritándome que me odiaba por maldito y que matarme era lo único bueno que podía hacer en mi vida. Entre al concierto para dejar de escucharla. No recibí noticias de Jackie por varias semanas, era mejor así. Lo verdaderamente importante era estar con Sandra, debía de avanzar con mayor rapidez mi diario y entregárselo de una vez por todas. Solo de esa forma sabría mis sentimientos y aunque su respuesta sea negativa o positiva necesitaba oírla. Por eso me cite con ella al siguiente mes, le dije que tenia algo verdaderamente importante para darle. Nos encontramos en la esquina de mi casa. Mostré el cuaderno, pedí disculpas por estar un poco roto, me pregunto por el contenido y le dije que lo sabría en muy poco tiempo, estoy seguro que ella ya lo sospechaba aun así no hablo. Llegue a mi casa y espere. Espere toda la semana y la semana que le siguió a esa, espere sin decir nada ni buscarla ni pensar en hablarle. Una noche la encontré en línea y hablamos de todo menos del diario. Carlos me decía que se pasaría y pronto podríamos discutir sobre ello, necesito verla, le decía, espera, contestaba. Una tarde le pedí a Carlos que me ayudara, le dijera que la quiero y no importaba ese enamorado suyo. Me entere por intermedio de Jaime que Carlos y Sandra se habían vuelto muy buenos amigos, salte del sofá, necesito hablar con él. Cuando lo vi. Le pedí una vez más encarecidamente me ayudara con ella, así será bonzai, me dijo. Tuve noticias de vasito ese fin de semana, venia con Carlos, hablamos unos minutos y luego se fueron, vamos, me dijo Sandra, ni hablar vasito, conteste, con tu grupo no voy. Al día siguiente: vasito termino con...lo silencie tapándole la boca, no digas su nombre. Al instante abrace a mi amigo, habían terminado, el camino era solo mío. Intente contactarme con Sandra, en vano pues había salido con sus compañeros de colegio a alguna especie de paseo educativo o algo por el estilo. Por ello decidí esperar un poco más de tiempo, de todas formas si una persona merecía ocupar el lugar dejado por él debía ser definitivamente yo. Caminé con mi amigo por la avenida de la Independencia rumbo al cine solo para pasar el tiempo y conversar un poco. En el camino me decía estar muy contento por mi buena suerte, Sandra es especial, yo le confesaba sentirme intranquilo por como vaya a tomar mi confesión directa. Ya sabe que quieres con ella ¿no?, me dijo, va a hacer fácil. Le dije en confidencia que al final de mi diario le dejaba varias hojas vacías y en una nota le pedía ser terminado por ella, mi intención, es conocerla más y me escriba si quiere o no estar conmigo. Buena táctica, dijo. No supe nada de Sandra en varios días. Por intermedio de Carlos me enteraba algunas cosas: estaba triste por terminar el colegio y alegre al saber que empieza algo nuevo, tuvo algunos problemas con su hermano pero nada del otro mundo y separaba con ansias el próximo fin de semana para liberarse de la opresión de sus padres. Que mi amigo sea cercano a ella era una idea de lo más tranquilizadora, el que sea cercano a Sandra me daba la seguridad de estar enterado de sus pasos y sus pretendientes, porque sabe Dios cuantos tenía detrás, no pienses así Alex. Ese viernes hable con Sandra por Internet, le pregunte si había avanzado con el diario y me dijo que lo estaba escribiendo en hojas aparte para no malograr lo que con tanto esfuerzo escribí. No supe más de ella ni del diario hasta un mes después cuando me sentí aún más lejano a ella.
-Para mi que ese Carlos te la estaba quitando- opinó Sebastián. Quedaba pocas cuadras para llegar a su casa por eso decidí avanzar con mi historia. Le di una pitada larga a mi cigarro luego conteste.
- No hables tonterías. Carlos casi no la veía, estaba preocupado por sus cosas. Buenos amigos, si, pero nada más. Sabes, ahora que lo pienso bien, fui yo el que la alejo.
-Qué quieres decir.
-Puedes decir cualquier cosa después de esto. Me comportaba de una manera obsesiva. Una vez de tener la certeza de que vasito sabía mis sentimientos, era directo e inconciente, en más de una ocasión la hacia avergonzar mandándole indirectas y, no digas nada y déjame terminar, estoy seguro que era triste porque no podía corresponderme de la misma forma, estaba enamorada de ese. Tal vez me equivoque, no lo sé.
- Nunca la besaste, porque, por un demonio, te conozco y no eres tan malo con las mujeres como me cuentas- ríe. Lo miro por unos segundo, luego sonrío con él -ya entiendo, lo que pasa es que en verdad eres así y te buscas facilotas para demostrar lo contrario, esa flaquita si que te hizo babear. Dime la verdad ¿se besaron?
Creo que no volveré a estar tan cerca de sus labios como en esa ocasión. La noche ya estaba avanzada, pronto tendría que irme, Carlos no había llegado al concierto en Los Olivos y no valía la pena quedarme más tiempo. Sandra no estaba del todo bien. Al verme me saludo con un beso en la mejilla, cosa rara porque a los minutos de habernos conocido personalmente me confesó no gustarle saludar de esa forma y solo cuando se encontraba mareada era capaz de ello, luego me confeso haberme esperado. No pregunte por qué ni para qué solo goce el momento como pude. Hablamos de todo inclusive me atreví a mandarle una de mis famosas indirectas cuando se excuso por unos segundos, debía hacer algo importante y no se que exactamente, le dije siempre te voy a esperar para estar contigo. Sonreí mirándola a los ojos, para estar conmigo, repitió, ahora regreso. Regreso a los pocos minutos más animada. Por muchas razones me sentía muy bien hablando con ella, pocas habían sido las veces en que nuestros caminos se vieron cruzados pero cuando se daba esa oportunidad era extraordinaria la calidez que me irradiaba. Definitivamente completo, absolutamente seguro de mis sentimientos, era hora de declararme, decirle te quiero y creo siempre voy a quererte o por lo menos eso me durara muchos años, besarla, acariciarla y a la mierda las personas que puedan ver ese espectáculo y también a la mierda la presencia del ex de Sandra que nos mira de lejos, se lo diré y punto. Vasito...yo.. Ahora regreso, me cortó. Ese mismo procedimiento pasó un par de veces más. Cuando hubo regresado por cuarta vez se quedo varios minutos, se acercaba a mis labios tímidamente, al sentirse lo suficientemente cerca daba un paso hacia atrás, eso ocurrió en tres oportunidades. No puedo, dijo al final. De pronto comprendí. Ya es tarde será mejor que me vaya. No me fui en ese momento pero ella si, sabiendo quizás que no estaba actuando como del todo bien. Era conciente que no volvería a estar tan cerca de ella y que el destino seguía siendo injusto conmigo, mi oportunidad había pasado porque preferí esperar a un primer beso como debe de ser: los dos embriagados por el sabor de nuestros labios al sentirse tan cerca, deseando tan solo ser uno, llorando por dentro porque el sueño de príncipes y princesas al final resulto ser cierto y que al final de esta historia el ganador habíamos sido nosotros y nadie más, un sueño hecho realidad. Despierta, Alex, esas cosas no pasan. Tienes razón, al final solo fue una quimera.


-Qué paso con su diario compartido. Está interesante lo que me cuentas hasta podrías escribir una novela, no te gusta tanto acaso esas clases de cosas.

- Será para que los protagonistas me maten. Varias veces le dije a vasito que escribiría nuestra historia de amor imposible, tal vez algún día, nadie lo sabe.

-Ya. Ahora el diario. Rápido ya casi llegamos a mi casa.

- Nada, no paso nada. Nunca lo terminó. Como estaba pasando mucho tiempo le pedí un avance, por lo que a la siguiente semana me entrego tres hojas escritas en ambas caras algunas experiencias suyas.

-No decía nada de ti. Carajo mi hermana ya llego a mi casa.

-Muy poco. Empieza desde donde yo comienzo mi diario: el día donde salimos para conocernos mejor, que cabe mencionarlo, fue viernes santo. Ella es tu hermana, nada mal.

-No empieces.


Dime la verdad, teclee con rapidez, sudaba por la ira, ¿era verdad lo que me habían contado? ¿Seria capaz de hacerme una cosa como esa? No, no, bonzai te lo juro, contestó. Mejor es que me lo digas tú que eres mi amigo a otros. No te lo ocultaría, escribió. Si me lo dices estará bien, Carlos, eres el más indicado para ella pero si me lo ocultas estarás en problemas conmigo. Cerré el Messenger. Evite ver a mi amigo por algunos días, mejor sería tener la cabeza tranquila para no decir tonterías. No supe muchas de Sandra solo que aparentemente salía con un chico amigo de su hermano y que estaba a punto de irse de viaje de promoción. Por mi parte me refugiaba en relaciones fugaces y encuentros intensos pero cortos. Salía con mujeres de toda clase y casi siempre terminábamos en un parque besándonos sin importar la mirada curiosa de los niños. Con un poco de suerte el final era la cama de algún cuarto de hotel o el baño de mi casa o su casa o la habitación de la chica, me daba igual, había llegado a comprender que Sandra solo era producto de mi imaginación y que aunque la amara siempre solo sería un expectante en su vida ya que era poco probable conseguir algo más. Quede con Carlos en salir a la galería Brasil para comprar algunas cosas. Terminamos solo viendo polos y discos. En el camino de regreso conversamos sobre Sandra, no desmintió mis sospechas ni las aclaro, ya no importaba. Fueron en esos días que luego de algunas semanas encontré a vasito por Internet, concertamos una cita para el cine, ella quería ver la película de Los Simpson y yo quería verla. Mientras esperábamos la hora de la función hablamos en el segundo nivel del cine, muy cerca a los juegos, de temas sin mucha importancia de pronto, lo sientes, lo puedes sentir, dijo Sandra. La mire sin comprender en sus palabras. Temblor, alzo la voz, carajo es un temblor. Todo sucedió muy rápido. Recuerdo eco de los vidrios al agitarse cerca a nosotros, podía verlos como una especie de olas en los partidos de fútbol o idéntico a la forma de las sábanas al ser extendidas en nuestra cama; lo demás se confundía entre los gritos desesperados de las personas por salir. Sandra caminaba delante de frente a la escalera, ansiosa por ir a campo abierto, me aterro pensar en perderla de vista por lo que aferre mi mano a la suya y le aconseje se calmara, no era para tanto. Antes de lograr pisar la calle el temblor había cesado. La dicha nos duro solos unos pocos segundos, lo peor estaba por venir. Esta vez la certeza de estar fuera nos daba pavor pues veíamos a los carros moverse de un lado a otro como si estuviera sobre una base gelatinosa o como si una mano mágica las moviera solo para vernos sufrir, y los sollozos de las mujeres y los niños no calmaban nuestros ánimos, Sandra estaba aterrada y yo, lo admito, también. Mejor vamos ahí, señale un punto lo suficientemente lejano a las personas y a los postes que, estaba seguro, nos vendrían encima y nos aplastarían. Empujaba a las personas para abrirme paso, cerca a nosotros iban una familia -mamá, papá y dos niños- orándole a Dios que se apiadara de nosotros. Todo esto paso solo en cuestión de segundos. La calle estaba hecha un caos. Cuando termino esperamos unos minutos. Cancelaron todas las funciones y nos anunciaron que al día siguiente podríamos ir a reclamar nuestras entradas. La acompañé hasta su casa. En el camino vimos a las personas permanecer fuera de sus casas, sus luces se encontraban apagadas y algunos grupos hablaban acaloradamente. Ya en mi casa en todos los canales anunciaban un terremoto, su epicentro era la ciudad de Pisco, entraba en estado de emergencia.


-No lo puedo creer- reía Sebastián -pasaron el terremoto en el cine. Fuiste su salvador, bandido.

-Cállate es serio.

-Qué hicieron con las entradas.

-Fuimos al día siguiente. Volvimos a salir la semana que siguió. Desde ahí nunca más. Ah, miento, solo una vez, cuando le pedí que me acompañara a un concierto en Barranco que al final no entramos, regresamos, en el carro le dije que aun la quería y ella no me dijo nada, pensé que se alegraría o no se me diría algo aunque sea.

-Ya llegamos espera mientras bajo mi cuaderno, si no te aprendes ese tema vas a salir mal en el examen. Mira que quieres estudiar literatura o periodismo o no se que.

-Periodismo, pero voy a ser escritor. Apúrate.

-Otro día ya terminas con tu historia de amor - abrió la puerta de su casa, su hermana la había cerrado a propósito sin importar habernos visto llegar, aun así estaba enamorado de ella.

Nunca me lo dirás ¿no?, le pregunté. Carlos desvió mi mirada acusadora y me ofreció un poco de cerveza, aprovecha que no todos los días tomamos chela, salud. Lo mejor era dejar esas cosas para después, al fin y al cabo terminaría por aceptar lo que era obvio para todo el mundo. Vasito había se había ido de mi vida como llegó: con un salud en un concierto en alguna parte que no quiero recordar. Si bien es cierto permanecería en mi memoria por el resto de lo que me queda de vida, no significaba ser indiferente a sus sentimientos. Creo que solo fui un buen amigo, uno con el que podía contar incondicionalmente y al que sabia siempre tendría unas palabras de aliento. Ese era yo, Alex el amigo que se confeso eterno enamorado, tomando por ella y por muchas otras, riendo de los chistes de Israel y las ocurrencias de Jaime, reclamando en voz alta por la siguiente banda, llorando con mi canción favorita, volviendo el rostro para ver si Sandra, por fin, estaba ahí, esperando por mi y deseando permanecer en su vida para siempre.

Algún día escribiré nuestra historia, teclee, le pondré vasito. No, no, replicó, escribía rápido, casi podía escuchar el sonido de su teclado ante la presión de sus dedos, se que se llame la diosa Shinfua, sentenció. Pensé: para escribir nuestra historia no bastaría con un poco de espacio en mi blog, aunque por ahora eso haría. Empezare por contar algo y algún día, lo juro, escribiré todo.

-Toma- me dijo Sebastián -cuídalo como oro- me entrego un cuaderno forrado de verde -si no entiendes me pasas la voz.

-Todo lo que se debe estudiar en la academia carajo, ni en el colegio- dije al mirar cuantas hojas iba retrazado.

-Nos vemos mañana.

-Saludos a tu hermanita- salí corriendo para que no me alcanzara una patada suya. Por algún motivo, y no importa por que, me sentía feliz.

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