lunes, diciembre 27, 2010

Por fin de año


Es costumbre en este espacio interrogativo narrar por año nuevo una entrada reflexiva, autocritica, medio cursilona y algo poco más o poco menos alentadora: el famoso 'si se puede', 'con esfuerzo el mundo entero', 'soy lo que yo quiera ser' y blah, blah y pamplinas y más de eso que ya me aburre mucho. Dicho esto, cabe mencionar que no es que este final de año se me haya ocurrido algo mejor que eso. Todo lo contrario, no se me ha ocurrido nada. Absolutamente nada. Salvo un par de cosas que no mencionaré por respeto a su honorable tiempo y que quedan mejor paradas, menos feas, en lo más hondo de mi barril de las peores ideas jamás vomitadas que se hayan leído en el globo. Ergo, recurriré a mi último recurso -menos malo, si me permiten el comentario-: haré un top cinco de las mejores -o menos aburridas, tediosas y desagradables- entradas que he escrito para este pequeño espacio -mismo que no tiene metas ni objetivos ni ideas ni nada que haga de un espacio juvenil, cultural o de pasatiempo digno de visitar, comentar y/o revisar de casualidad o por obligación-.

No son pocos los post que he abortado. A pesar de todo lo que yo esperaba después de publicarlos las circunstancias me demostraron que uno nunca termina de sorprenderse -para bien o para mal-. Un porcentaje importante de entradas a las que consideré mal hechas -y esto es ya decir mucho-, sin sentido, para rellenar una sección u otra, tuvieron una acogida y un respaldo inesperado, mismos que de solo recordarlo me ruboriza y me hace preguntar qué coño pasa con este mundo. Otro porcentaje poco desdeñable de entradas a las que dediqué todo mi potencial y de las que me ilusioné por consideralas que iban por un rumbo bastante más novelesco e importante que las demás, terminaron por ser sumergidas hasta la coronilla como un post digno de olvidar o de tomar como ejemplo para las clases de cosas que nunca debo escribir. Los otros -no recuerdo sus títulos ni pretendo hacerlo- son los que redacté sin mucho interés, pasando el tiempo o deshaciendo algún conflicto personal que no esperaba generar interés ni nada que se le parezca.

En fin. No pretendo robar mucho tiempo.

A continuación el top cinco.


Nota: La siguiente lista puede diferir con la sección llamada 'Sin querer queriendo'. No fue seleccionada por la cantidad de lectores que acudieron a su llamado, ni mucho menos por la calidad que pretendí darle. Solo es una lista de las que considero mejor digerible.




  • Puesto 5: "Crónica de un matrimonio anunciado"

  • Singular experiencia en casa de los tíos de Erika a la que aún no he podido -ni creo poder- recuperarme.

  • Puesto 4: "Digamos casada"

  • Luego de escuchar tantas veces la palabra matrimonio imaginé el paso de los años gracias a esa sabia, y necesaria, para conservar el honor y la honra familiar, decisión. Esto fue lo que vi.

  • Puesto 3: "Ira"

  • Viví ilusionado pensando en terminar los siete pecados capitales llevándolos a un contexto moderno, narrandolos de diferentes maneras para generar una lectura cómoda y entretenida. No conseguí ni lo uno ni lo otro. Una complicada situación me hizo retroceder en esta búsqueda. Resultado: abandone el blog varios meses. Este fue el mejor post que conseguí.

  • Puesto 2: "Mute"

  • Sin duda uno de mis cuentos mejor logrados. Fue el inicio de algo mejor.

  • Puesto 1: "Etéreo"

  • Primera entrada de una trilogía a la que dediqué mucho tiempo y esfuerzo en concretar. Quise desarrollar personajes memorables, con vida propia, atribulados e incomprensibles desde la visión de un anciano que vive enamorado de Doña Pacha, su guitarra.


Pepitas y más:


Otro de tantos que no funcionaron.


Desde mi punto de vista, la mejor del año.


Un abrazo para todos aquellos que siguen conmigo y, sin saber bien por qué, nunca me han dejado.

lunes, diciembre 20, 2010

Estas ahí, señor...


A Alberto López, con la esperanza que, algún día, tarde o noche, lea estas líneas.



Mi camino siempre estuvo marcado. Desde que recuerdo, escribo. Desde que recuerdo, también, admiro su sentido del humor ácido, agudo, a veces fuera de lugar y otras hasta petulante y mal intencionado, pues son habilidades que reconozco en la mayoría de personajes que nacen de algún lugar apartado en mi cabeza y que siguen existiendo gracias a la terquedad que heredé de él, a ese carajo y puta madre que me enseñó a decir para darme valor cuando algo mal me salía. A menudo escribo poemas. A menudo, también, se los leo en voz alta a mamá para que, desde su rincón, control remoto en ristre, pueda escuchar cuanto he mejorado y cuanto deseo hacerle sentir orgulloso por andar el camino que no quiso para mi pero sé, sin embargo, admira por la insistencia con la que lo recorro. Porque, debes saber, Betito, lo terco hasta los cojones lo heredé de ti.

Cuando niño escuchaba a veces afirmar a mamá, furiosa, arrojando espuma por la boca, que no servía para nada. Yo no le creía. Era bueno para hacerme reír, para subirme a sus hombros y llevarme al colegio, para tener mis zapatos bien lustrados y el desayuno servido puntualmente, para divertir en las fiestas familiares, para hacer de las pequeñas cosas un motivo para ser feliz. Mamá no podía estar hablando enserio, pensaba.

Los años me obligaron a pensar que posiblemente mamá no estaba tan equivocada. Había cometido tantos errores en su vida que ahora era difícil verlo como el héroe que recordaba. Dejé los carros y los power ranger para dedicarme a los libros y a mis textos. Dejó de llamarme cada vez que la "U" estaba jugando -aquel 98, 99 y 2000 del tri-campeonato- pues encontraba negativas desde mi lado. Él amaba los deportes y las fiestas y yo los libros y las conversaciones de historia, literatura y política. Él amaba el ron y yo los cigarros a la luz de la luna. Él me contaba sus aventuras y yo me escandalizaba por ellas. Él buscaba mi amistad y yo creía que ser amigo de alguien tan distinto a uno solo era posible en la literatura o en las telenovelas que mamá veía. Él me esperaba despierto y yo le gritaba por molestarme al verme llegar. Él me amaba en secreto y yo solo pensaba en la soledad. Él no esperaba un gesto y yo no quería ni podía dárselo. Él no era perfecto y yo esperaba más. Él era él y yo quien sabe quien. Él es papá y yo el hijo que nadie quiere tener.

Él un hombre alegre, educado, bailarín apasionado e hincha hasta los huesos de Universitario de Deportes -La "U", como le decimos por aquí-. Un hombre que vivió no como le dictaba la razón sino los pies, el hígado y el corazón. Un hombre, aunque equivocado en sus acciones, de vehemencia tan grande a la hora de ir en busca de lo que quiere que hasta asusta, sorprende y admira. Un hombre tan buen mozo, como dice mamá, que es difícil pensar en él en buenos términos, con buenas intenciones, con buenos ojos. Un hombre que solo quiere ser hombre y que nada que ver con los raritos esos que pululan por ahí sin el menor respeto a la belleza natural. Un hombre que nunca dudó en afirmar que escribir es para los que tienen dinero y para Mario Vargas Llosa y que como pasatiempo bacán pero para sobrevivir es mejor pensar en otro oficio mejor remunerado. Un hombre que no sabe si escribo bien, mal o peor, pero que, aunque no lo afirme, escucha siempre las historias que cuento en reuniones y sueña como sueño con ellas y llora como lloro y grita como grito y salta como salto y ama como amo y es feliz cuando yo lo soy. Un hombre como ningún hombre que he conocido. Un hombre al que amo a pesar de nuestras diferencias, de nuestras eternas peleas. Un hombre que supo perdonarme cuando perdí el tiempo alejándome de él y que ahora no solo es mi padre sino mi amigo, mi compañero, mi confidente. Un hombre que hoy atraviesa la etapa más difícil de su vida pero que la lucha como todo hombre debe lucharla: hasta las últimas consecuencias.

domingo, diciembre 12, 2010

Papeles perdidos




Con fecha 9 de enero, al promediar las ocho de la mañana, Lucia Rino Huamán (18) salió de su domicilio en la cuadra 4 de la avenida Canevaro, Lince, rumbo a su centro de labores ubicado en la cuadra 11 de Javier Prado Oeste. En dicho local de la cuadra 11 de Javier Prado Oeste no se registró la llegada de lucia Rino Huamán, según aseguraron Alejandro Vasco Peña e Isabel Gadea de Vasco, propietarios del local y que fue corroborado por los distintos trabajadores en calidad de testigos.

La policía no tiene datos precisos sobre su paradero anterior a los hechos, aunque se especula, como consta en acta, por fuentes cercanas a la víctima, que habría decidido ir en busca de Camila Montes Puma (20), ex compañera del colegio Santa María, Pueblo Libre, por razones también desconocidas. El paradero de la susodicha es aún desconocido. Las entidades policiales han agudizado la búsqueda de la que seria la pieza más importante para resolver el caso.

El cadaver de Lucia Rino Huamán fue encontrado quince días después de efectuados los hechos en dos bolsas de basura bajo el puente Abancay, a la orilla del rio Rimac, por Julian Quispe Quintana (47), recolector de botellas de plástico, quien hacia su jornada diaria. Julian Quispe Quintana aseguró a la policía haber cambiado su ruta laboral producto de un impulso, sin sospechar lo que ahí encontraría, de inmediato dio parte a las autoridades correspondientes. El resultado de la autopsia, arrojada cinco días después de hallado el cadaver, dictaminó la identidad de la víctima -a la que desde ahora llamaremos occisa- y el macabro resultado de lo que se especula seria un crimen pasional.

Federico Martin Rino Huamán (32), único hermano de la occisa, como consta en la RENIEC, había denunciado en la comisaria de su localidad la desaparición de Lucia Rino Huamán luego de 48 horas de no haber llegado a su domicilio en Lince. Martin Rino Huamán, asegura haber dejado a Lucia Rino Huamán lista para partir a su centro de labores sin ningún inconveniente psicológico o de carácter familiar o sentimental. Transcribo textualmente su declaración al respecto: "No le conocía novio, don, ni enemigos ni nada por el estilo. La lucia era una chica sin problemas y hasta juntaba su plata pa irse a estudiar a la universidad, don. Ni siquiera se le veía triste con la muerte de mis viejitos, aunque yo sé que la Lucia sufría pe, eran sus padres pe, don.". Dicho esto, la policía -por encargo de la fiscalía- realizó la búsqueda entre sus amistades y familiares más cercanos encontrando como resultado la confirmación de las palabras de Federico Martín Rino Huamán sobre la vida tranquila que llevaba la occisa. Empero, Ana Claudia Tapia Carrera (19), compañera de la occisa en el local de la cuadra 11 de Javier Prado Oeste testificó lo siguiente: " 'Pepe' la buscaba todos los días con ramos de flores y chocolates y cosas como esas, señor oficial, y a una la ponía nerviosa. Lucia no sabía qué hacer con 'Pepe', porque por más que le choteaba o le decía que no quería nada de nada con él, él terco regresaba al día siguiente. Hasta don Alejandro y doña Isabel se dieron cuenta. Pero Lucia se negaba y ya casi pierde el trabajo. Pobre mi 'amia' ".

Cumpliendo con el reglamento, las autoridades fueron en busca de José Luis Ramirez Cornejo(28) alias 'Pepe', a su domicilio en el paradero 19 de la avenida Flores de Primavera en San Juan de Lurigancho, donde el susodicho no se ubicaba segun manifestó el menor de iniciales JRM, sobrino del sospechoso. A horas de la mañana del 30 de enero, la policía repitió la visita del sospechoso a su domicilio en San Juan de Lurigancho obteniendo como resultado el mismo del día anterior. La búsqueda, en ese caso, fue con más insistencia por considerarse sospechosa las reacciones y actitudes en la que los familiares negaban a José Luis Ramirez Cornejo. Dos días después de iniciada la búsqueda y posterior persecución, luego que las autoridades resolvieran un claro encubrimiento por parte de los habitantes de dicho domicilio, José Luis Ramirez Cornejo fue hallado en el segundo piso de la vivienda, escondido y con el cuerpo inerte. Fue trasladado de inmediato al hospital de la localidad donde falleció dos horas después, sin confesar o dejar en duda su responsabilidad en el crimen y sin dejar huellas al respecto. Los medicos a cargo dieron razones de la causa de la muerte de José Luis Ramirez Cornejo -datos que adjunto con copia en el presente informe-, donde reza sucidio motivado por veneno para ratas -las cantidades se especifica en el documento adjunto, con dos copias de acuerdo a ley-.


El caso fue transferido a otra entidad, al igual que la búsqueda del asesino y las causas del suicidio de José Luis Ramirez Cornejo, como consta en acta.



Lima, 3 de Febrero de 2009.

miércoles, diciembre 01, 2010

El loco nunca muere (I)





El loco ya no está loco o, por lo menos, ya no quiere ser tan loco. El loco se cansó de hacerse el loco y que en la calle le griten loco y que por loco la gente no le tome en serio y digan que es otra de sus locuras y que por eso no se le debe hacer caso y solo seguirle la corriente -puede ser peligroso contradecirlo, amigo, amiga-. Por todo esto -y porque su chica le dijo que ya está bueno, deja de hacerte el loco y ponte los pantalones de una buena vez, caray- ahora camina por la calle como una persona cuerda, como un hombre común y corriente que va a su trabajo -común y corriente también con un sueldo tan común y corriente que da ganas de llorar-, se baña a diario, come sano, fuma dos o tres cigarritos a la semana y lee solamente de nueve a diez de la noche. El loco escribe a menudo su blog, lee blogs de otros y comenta como cualquier persona cuerda, en sus cinco sentidos, dueño de su conciencia y todo lo demás. Todo hace suponer, entonces, que el loco ya no está loco y que ahora vive una vida normal.

Así como todo en la vida, pasar de ser loco a cuerdo no es un proceso fácil, practico y rápido, es en realidad una lucha constante que incluso lleva años de esfuerzo y dedicación. Sin embargo, este post no narra las tribulaciones que causa ese salto sino, por el contrario, el resultado del mismo y las consecuencias que lo llevaron al loco a querer ser cuerdo o, por lo menos, en la medida de lo posible, menos loco de lo que fue antaño.

Acostumbraba a soñar despierto de lunes a domingo -menos martes- antes de las ocho de la noche -hora de su telenovela-, horario que robaba con descaro de su trabajo. Sus sueños no eran muy diferentes -volar, correr, amar, odiar, cantar, escribir...-, sus acciones solo demostraba que estaba loco pero sin malas intenciones, que era medio cabrón pero uno del carajo, que lloraba solo cuando los astros le eran favorables o cuando su horóscopo en su diario favorito así lo exigía pero nunca delante de extraños. Perseguía metas, amaba con locura perruna, odiaba en igual intensidad. Leía hasta altas horas de la noche. Reía sin motivo y cantaba en voz alta cuando iba a la bodega. Era un loco feliz. Era un loco que sabia que estaba loco y que por eso era importante e interesante y que el triunfo le seria dado con facilidad por ese mismo motivo.

El loco estaba equivocado.

El loco se levantó una mañana, luego de soñar con su librería-café llamada "La Torre del Alfil", dándose cuenta que estaba sacrificando muchas cosas importantes por llevar su vida de esa manera, que todo dependía de cuan fuerte sea la idea, que tal vez las personas no leen tanto o no leen simplemente y que el fracaso no solo lo llevaría a él a la ruina total sino también a otros con igual o más importancia. El loco, de súbito, recupera la cordura por unos instantes, corre a llamar por teléfono: cambio de planes, no va la librería. "La Torre del Alfil" desaparece de su visión al igual que su sueño de leer todo el día y de ser feliz viendo a otros leer y de ganar mucho dinero con eso y hacer feliz a sus seres queridos. El loco se reduce a ya no ser loco por dinero y responsabilidad, por tener la convicción que vive en un país de mierda que solo quiere bailar y tomar cervezas, por tener tanto en juego y no las agallas, los pantalones, de sacar adelante sus locas ideas. El loco se reduce a vivir como una persona normal, a salir adelante como un hombre común y corriente y a dejar sus escritos aunque sus escritos no lo quieran dejar a él.

martes, noviembre 23, 2010

Donde lloran las luciernagas


Lunes 4 de mayo.

Un hombre recoge una piedra frente a una laguna en algún parque de algún lugar del mundo. La ve, la acaricia y, luego que una lágrima termina de caer por su mejilla, la arroja. La piedra sale disparada de las manos del hombre....

Mientras tanto, a unos minutos de distancia, un niño trata de despertar a su padre, quien yace sumergido sobre su cama en un sueño eterno. Los brazos estirados señalando una botella vacía que descansa sobre la alfombra mientras una gota de saliva resbala por la comisura de sus labios. En la puerta de la habitación una madre mira al hijo y al padre: rompe en llanto; sus gritos molestan a los vecinos, quienes dejan lo que tienen encima para averiguar qué es lo que sucede.

En la avenida norte que conecta con el distrito central, una adolescente termina su cerveza, sube el volumen de la radio y besa al novio de turno, él, a su vez, la ve con lujuria y acelera el auto para llegar a su casa donde le espera su primera relación sexual -o al menos eso piensa o eso quiere creer-.

Cruzan una intersección...

En ella un anciano lleva a su nieto a un parque y tiene que detenerse de súbito pues el automovil casi termina con la vida de ambos...

Y el viento, por la rapidez del vehículo, ruge con fuerza y golpea a quien aparezca. Por ello, un señor que sostiene un cheque de su jubilación después de veinticinco años de servicio se ve despojado de él y lo ve volar a un rumbo desconocido y con él todas sus esperanzas para un negocito donde pasar su pronta vejez con su mujer y sus hijos.

El papel vuela y un mendigo también lo ve irse desde unos metros: decide correr a buscarlo.

Corre...

Un hombre lee su diario mientras espera el ómnibus...

Una mujer parece pelear con alguien por teléfono. Camina presurosa y no se da cuenta que un depravado vuelve el rostro, saborea con sus labios y su lengua la curvilínea figura de aquella mujer que algún suertudo debe tener todas las noches sobre su cama...

Un perro ladra. El dueño del can lo sostiene con fuerza...

Una mujer llevando a su bebe en brazos...

Una pareja cruza la avenida rápidamente para no verse arrollados por el automovil, cuyo conductor observa con lascivia las piernas adolescentes de su copiloto...

El semáforo en rojo...

Los otros autos con hombres, mujeres, niños, ancianos...

Un transporte escolar...

El viento ruge...

La avenida norte...

El distrito central...

Las personas vienen y van...

El parque...

La laguna...

Un hombre llora mientras recuerda a su padre muerto sobre la cama, ebrio o drogado o las dos cosas, y ve como se sumerge la piedra que acaba de arrojar.

martes, noviembre 02, 2010

eFeCtOs SeCuNdArIoS: eL IdIoTa


Nota: Una buena, mediana o mala lectura suele ser bien digerida acompañada con una buena canción. La anterior, busca cumplir con ese objetivo. Abrazos y más.


eFeCtOs SeCuNdArIoS, reza el título que ella termina de leer. Paola me dejó una gran lección, dice. Cuál, pregunta él, asustado. Las apariencias engañan. Él no contesta, prefiere contemplar su rostro, besar sus labios y su frente y hacer de cuenta que algo bueno aprendieron esa noche. De todas formas, piensa, un día sin aprender es un día desperdiciado aunque la enseñanza venga desde ese lado y de un cuentito sin sentido.


Cierran la web, apagan el ordenador, las manos de entrelazan mientras los cuerpos tiemblan ante la certeza de estar cerca del otro. Ella le dice que lo ama. Piensa él: yo también. Y tú, me amas, pregunta ella. Si, amor, te amo aunque a veces esté tan enojado para recordartelo o tu insistas en no creerme. Juega con su pelo, acomoda un mechón detrás de su oreja, la besa una y otra vez. Ella dice: necesito escucharlo de vez en cuando. ¿De vez en cuando?, arquea una ceja él, sintiéndose ofendido por esa mujer que no para de besarlo. Quiere recriminarle, decirle que está equivocada, que busque en su memoria, que sus palabras no solo son mentiras sino también ofensivas, que él, aunque agotado por tanto trabajo e impotente ante tantos problemas, trata de demostrarle de todas las maneras posibles que nunca dejó de amarla y que por más dificultades que se presenten ese sentimiento no va a cambiar. Sin embargo, calla, no habla y ya no besa y ya no le dice que la ama y ya no juega con su cabello y solo piensa mientras ella vuelve a buscar sus labios teniendo como resultado una caricia, un susurro de lo que fue hace unos instantes. No lo entiendes, dice él. Qué debo entender, pregunta ella, que ya no me amas, que estás otra. Ella esconde una lágrima. No lo entiende, piensa él. Piensa: no entiende lo que es ser hombre, lo difícil que es sobrellevar tantos problemas; no todo es besos y abrazos, caray.


Enojada y decepcionada ella sale de la habitación escuchando detrás a aquel hombre que pretende adornar su cama, su casa y su vida como le reclama su actitud infantil, sus ganas de arruinar los buenos momentos, su plena disposición para la autodestrucción y la peliculina. Eso es lo que eres, carajo, una peliculera. No eres el hombre del que me enamoré. Y tu no eres la mujer de mi sueños; todo está cagado, coño. Entonces ella baja las escaleras, se sienta al lado de su abuela, quien mira una telenovela de algún canal mexicano; esto ella no lo sabe pues no mira la televisión ni escucha a su abuela hablarle ni le presta atención a su perrita. Ya nadie existe, se dice mientras ahoga un sollozo.

La convivencia mató el amor, el respeto y la pasión. Piensa él: ya ni siquiera dejamos de insultarnos. Peleamos de todo y por todo. Ella no entiende cuan complicado es llevar todo este peso encima, cuan difícil es sobrevivir ante tantos problemas: las cuentas a fin de mes, las deudas, las tres comidas diarias, las largas horas de un trabajo mal remunerado, la impotencia ante la mediocridad en la que siente se está quedando sin quererlo, los dolores de cabeza y de estomago, la poca atención a sus metas personales y a volver a sentirse joven de nuevo, vivo, lleno de energías. Ella solo sabe llorar. Ella solo piensa en cariño y cariño y no me ayuda y no me deja avanzar y no entiende cuan complicado es y no piensa que debemos luchar y que debe ser paciente porque todo lleva un esfuerzo, un tiempo. Ella no sabe o no quiere saber o simplemente prefiere hacer de cuentas que el hombre es el encargado de solucionar todos los problemas cuando yo creo que una pareja sale adelante ante el esfuerzo conjunto.

Quiere llorar, pero no puede: olvidó cómo, expulsó de su memoria el sabor de las lágrimas, se volvió rudo, fuerte e impaciente, el que todo lo quiere perfecto, el que se dice superior por saber solucionar cuando no ha solucionado nada, cuando sigue sumergido en la pusilánime idea del todo lo puedo y nada hago. Quiere escribir y no puede. Quiere leer y olvidó cómo. Quiere gritar pero no puede: no es su casa. Quiere ser fuerte y se siente débil. Quiere golpear pero teme al dolor. Quiere y no puede y se enoja y se echa en la cama y mira el techo y se golpea la cabeza y ya nada es como antes, piensa, y nada fue lo que pensé, maldita sea, y todo el mundo tenía razón cuando aseguraron cuan difícil es vivir con alguien y cuan complicado el primer año y el segundo y la san puta madre. Donde está el amor, a donde se fue. Pero...

De pronto, se siente idiota. Siente que perdió el tiempo enojado, que esto lo lleva a empeorar y nunca a lo contrario. Soy un idiota, se dice.

Corre las escaleras: donde está, señora, pregunta a la anciana que mira atenta la televisión. En el baño... No espera que termine de hablar, corre al baño y, sin tocar la puerta, abre la cerradura con una llave que guarda siempre en el bolsillo del pantalón.!Ay!, está ocupa... Soy yo, lo siento. No la ve, una puerta de vidrio los separa. Qué quieres, pregunta ella. Verte. Me estoy bañando, vete. No, dice él. Vete, repite ella. Se vuelve a negar. Quiero hablar contigo. Se acerca a la puerta, la abre: ella tiene un jabón en las manos, mira el piso y parece haber llorado. Él ve su cuerpo, aquellas curvas que ya no son más de adolescente, como suele recordarlas, sino maduras, de una mujer que vive y duerme con alguien y que su anatomía olvidó ya la timidez de ser descubierta. No llores, le dice, te amo y lo sabes. Es todo lo que te pido, dice ella. Lo siento, le pide él. Entonces, se quita la ropa, entra con ella, la abraza, la besa y, en ese efímero momento, la hace suya mientras una lágrima recorre lentamente su mejilla recobrándolo a la vida, recordando el sabor del amor, haciendolo sentir idiota de nuevo.

miércoles, octubre 27, 2010

El combate de siempre



Nunca podré entender cuan corrompida, podrida y jodida se encuentra nuestra sociedad. Nunca podré soportar ver a diario las noticias y que cada vez explote otro caso de violencia femenina, de violaciones a menores de edad, a niñas que aún no conocen cuan desafortunadas fueron de haber nacido donde nacieron y haber tenido que cruzarse con quien se cruzaron. Nunca podré dejar de sentir repulsión, nauseas, rabia, de ver como cientos de mujeres son maltratadas, abusadas, humilladas por esos hijos de perra que creen que ser "machos" es dominar con violencia al sexo opuesto o al prójimo. Nunca podré entender a esa iglesia que dice ser santa y que, sin embargo, protegen a sus fieles seguidores pedofilos y borrachos, dignos de la peor muerte posible. No podré entender a las autoridades que permiten que esto siga, a la población hipócrita que se escandaliza y finge sufrir por esas pobres criaturas pero que no hacen nada al respecto. "No podemos hacer nada", dicen, "es asunto de la policía, del gobierno, del presidente"; aseguran, además: "allá la madre que lo permitió, que no cuidó a sus hijos", o, "tontas ellas que se dejan pegar". Tan culpables y repudiables como los agresores.

Se suponía que este seria un post más ameno, bastante más optimista. De todas formas, yo qué podría hacer desde este espacio. Luego de pensar eso, me dije: entonces eres un complice. Y, ¡NO!, no lo soy. Y estoy harto de la acción pasiva de las autoridades, de la indiferencia.

El asunto explotó la noche de ayer -hora en la que puedo ver y/o leer las noticias-: Encuentran hombre que violaba a las amiguitas de su hija en su departamento. Organizaba pijamadas y las obligaba a quitarse la ropa para luego tocarlas como le diera la gana luego las amenazaba o intentaba sobornalas con dulces, juguetes o dinero. Esto no es todo: otro hombre habria violado a 16, si ¡16!, escolares. El padre de éste mal parido, abogado de profesión -otro hijo de la gran puta- asegura, a pesar de las muchas denuncias, que no hay pruebas, que su hijito es inocente y que es buenito y que le reza a papa lindo todas las noches como la iglesia manda. Y si esto no es suficiente: un padre, viola y embaraza a su hija de, nada menos, trece años.

Este no es un asunto nacional, señores. No se trata de que solo en Perú suceden esas cosas. Es al rededor del mundo donde el maltrato, la pedofilia y el abuso a los derechos sexuales alcanzan topes insospechados. Los gobiernos poco o nada hacen ante la acción pasiva de la población. No es suficiente un día al año como "Día al no maltrato de la mujer". O que instituciones, quienes carecen muchas veces de presupuesto y ayuda general, sigan esta lucha. El cambio viene desde nosotros, desde donde estamos.

Señores, escribimos sí para divertirnos, para sentirnos mejor y para explotar lo que nuestras mentes guardan. Pero no nos damos cuenta a cuantas personas estamos llegando y lo que le les estamos dando. ¡Alcen su voz!... No sean complices de estos hijos de puta y reclamen lo que se debe reclamar. Creen campañas. Lleguen lejos, joder. Que esto no siga avanzando. Recuerden que todos somos o seremos padres, que tenemos hermanas o hermanos, padres y madres, sobrinos o sobrinas, que somos capaces de hacer algo importante.

Lleven consigo, si desean seguir conmigo en esta lucha, la siguiente imagen que conseguí en internet, alcen su voz desde sus espacios y a conseguir hechos, no promesas.



Un abrazo para todos.


Nota: Las imagenes son sacadas de la red. La imagen que propongo como simbolo inicial de la campaña ha sido sustraida de la siguiente web: http://www.monumental.co.cr/audio.aspx?Id=011803c3-fe1a-418d-8a31-2ea2b9ed2502 . Si alguien con conocimientos de diseños y buena onda para sumarse, haga publico su diseño. La campaña no es de uno, es de todos. No me deben rendir cuentas, sino con ustedes mismos.

sábado, octubre 23, 2010

Quiero ser un Beatles



Ojó: para hacer más amena y real su lectura, el autor -o sea, yo- recomienda -encarecidamente- escuchen y vean el video clip.


"La única nostalgia común entre un padre y un hijo son las canciones de los Beatles" - Gabriel García Márquez.



Es mediados de setiembre, tengo doce años. Papá trae a casa un CD con recopilaciones de grandes músicos de los años sesenta, setenta y ochenta. Lo compré a buen precio, me dice. Camina al equipo de sonido, coloca el disco y espera unos segundos a que lea el contenido. Yo miro a papá. Siempre me pareció un hombre interesante con cosas raras para contarme de su juventud en Miraflores, de sus bailes con mamá en discos en el Centro de Lima y los festivales de salsa que presentaban en el Callao. Mientras pienso en todo esto la música se muestra.


-Quienes son- pregunto, recordando la melodía de una película que mamá ve cada vez que puede: Grease, creo que se llama, o Vaselina. Los Bee Gees, contesta papá. Me callo tratando de encontrarle sentido. Es muy antiguo, digo por fin.


Aburrido doy media vuelta. Espera, dice papá. Vuelvo el cuerpo arqueando una ceja. Esto te va a gustar. Please please me de los Beatles, agrega.


Papá no está equivocado. Lo que al principio me parece un tema incomprensible termina por sonar tan bien que le pedo me cuente más de ellos. Entonces escucho por vez primera acerca de los cuatro de Liverpool.






Mientras escribo este post escucho mi canción favorita -In my life-, recordando que mi primera intención antes de redactar fue realizar un homenaje periodístico a la banda que tantos buenos recuerdos y anécdotas le dio a papá y a millones de personas, quienes, por azar o por justicia, disfrutan aun ahora de aquellas canciones al lado de sus hijos o nietos o ambos. Sin embargo, mucho se ha dicho y escrito ya de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr -como grupo y como solistas-. Sus nombres son marcas registradas y cada día leemos más y más cosas sobre ellos: desde su separación, la muerte de John, la influencia que tuvo en él Yoko Ono, las recopilaciones de sus mejores canciones, su vídeo juego. Tanto que a veces se olvida cuanto amaron ellos la música y cuanto divirtieron a nuestros padres y abuelos. Tanto que uno más, en condición tan humilde, no podría decir nada nuevo, nada que no se sepa, nada que no se haya leído o escuchado.


Entonces este post termina por ser una voz al cielo por los que se fueron, por lo que representaron en su tiempo y por lo que aun representan. Un agradecimiento por tener la buena idea de haber hecho lo que les gustaba, de no tener miedo o de vencerlo si era necesario. Un agradecimiento por hacerme desear haber nacido en sus épocas para verlos en el Carven Club. Por Yesterday -misma que unió a mamá y papá, allá por los años ochenta-, por Love me do, por All my loving, por She love you, por Rock&Roll music, por Twist and Shout y por las muchas otras.


Disculpen la nostalgia y las pasiones, nunca les mencioné que sería fácil leerme... Solo que mientras pensaba qué escribir se me ocurrió qué hubiera pasado si fuera uno de los Beatles.



lunes, octubre 18, 2010

Campaña de fidelización

"En los blogs se escribe más pero peor" -José Saramago, Nobel de literatura.

Vamos de a pocos. Cuando decidí crear un blog, hace poco menos o poco más de dos años, lo hice con la finalidad de escribir lo que se me viniera en gana. No importaba si le dolía a alguien mis comentarios o si las historias eran subidas de tono o si muy largas o si muy cortas -en realidad, mis primeros post son larguisimos, de lectura lenta, una pequeña novela o un cuento largo- y los colgaba esporádicamente. Empezaba entonces la aventura en un pequeño cuaderno rojo -que aun conservo, a pesar que una tarde de locura lo quise desaparecer por considerar su contenido malisimo, impresentable- y luego invertía mucho tiempo transcribiéndola y corrigiendo algunos posibles errores.

Con el tiempo descubrí que habían muchos más escritores en el mundo del blog que lectores. Blog que en realidad merecían mi admiración y envidia asesina por lo visual y estéticamente impecable de su autor o autora. Otros con una presentación austera pero con la calidad narrativa de un escritor con experiencia. Otros sin sentido. Otros con sentido. Otros con temáticas y otros sin nada que decir pero muchos ánimos para escribir -en esa lista creo que entra el mío-. Descubrí que no solo basta escribir para que te quieran o simplemente te lean: era necesario decir presente, aquí ando, ven y leeme por el amor de Dios. Más allá si tienes algo bueno o no para decir o si tienes la habilidad para hacerlo o si solo esperas conocer personas por este medio, todos pensamos que no está mal escribir, carajo. El escritor, al final, no escribe pensando en las personas que lo van a leer sino en lo que le pueda decir su conciencia si no termina lo que empezó. El escritor escribe para si mismo. Y el blogger escribe porque le encuentra un cierto interés a su vida o a sus historias o a sus poemas, y lee otros blogs para que lo lean a él o porque le gustó lo que vieron sus ojos y lo que leyó de ese cabrón -o cabrona-. El blogger lee para aprender, para copiarse de los blog más famosos, para sentirse reconocido, para saberse importante, para calmar esas ansias de escribir algo, de gritar algo.


Por todo esto y más decidí no desistir en mi aventura. Preferí escribir mi novelita unas horas por las noches y ver que entrada publico la tarde siguiente. Preferí ser un narrador afiebrado, que no teme ser señalado por sus historias subidas de tono, por sus opiniones fuera de lugar, por sus vicios y ambiciones, por sus temores y debilidades, por sus pasiones, por sus cojones, coño. Y seguí en la aventura. Hice entrevistas, enloquecí en el camino, mostré mis pecados -prestando mi voz en ocasiones-; busqué y leí y lloré y renegué y me pregunté una y mil veces si vale o no la pena.

Hoy sé que la vale.


Y como sé que la vale creé la 'campaña de fidelización', donde hago un llamado público a todas aquellas personas que algunas vez fueron conspiradores de este blog, donde en distintas ocasiones me mostraron su apoyo pero que en el transcurso de los meses decidieron no escribir en sus blogs o no hacerse presentes en este espacio interrogativo. También, claro está, para aquellos que llegaron con el tiempo y que se quedaron por quien sabe qué motivos y que hasta el momento no me han dejado ir. Se los agradezco, coño.


Entonces, en el transcurso de cuatro entradas utilizaré distintas maneras de publicar. Las historias serán libres. Emplearé todo mi potencial. En la entrada número cuatro explico la situación.


Por hoy pruebo este método y les dejo esta pregunta: ¿qué hace a un blog exitoso?... ¿Sabemos la respuesta?....

viernes, octubre 15, 2010

Encuesta



Hace unas semanas, por intermedio de un post que titulé 'El señor de los libros' -en claro homenaje a una saga que, para bien, para mal o para peor, marcó mi vida y la de muchos otros-, conté la loca propuesta que mamá me hizo en uno de los tantos almuerzos a los que asisto cuando me llama.

Al principio acepté la oferta como un compromiso moral ya que mamá parecía darme toda su confianza sin necesidad de pensarlo dos veces. No voy a negar que me sentí halagado. Es más, imaginé la cara de mis hermanas mayores al enterarse que el heredero de toda la confianza y voluntad era nada más y nada menos que Alexito, el escritor pusilánime y poeta de ventana que sueña con terminar su novela y ganar dinero con ella. Ya las imaginaba rojas de ira, gritando a los cuatro vientos quien sabe cuantas blasfemias, recordándole a mamá mi pasado de chico punk sin oficio ni beneficio, fulminandome con la mirada mientras que por sus cabezas surge la seguridad que yo no lograre absolutamente nada. Todo esto en conjunto me producía una excitación peligrosa, un sentimiento traicionero capaz de nublar la claridad de mis pensamientos. Había que tomar acciones.
-Vieja- le dije, esa misma tarde- estás segura de tus intensiones. O sea, confías en mí... Porque si no es así no hay ningún problema, viejita, yo ya veré que hago... Mira tengo mi novela bien avanzada y el blog cada vez está mejor y hasta dicen que he mejorado, vieja...

-No te atores, tesoro. Come despacio.

-Ya...

-Bueno. No hables más del asunto. Tienes todo mi apoyo.

No dije nada más.

Para sobrevivir a mis hermanas ideé un plan infalible: convoqué y uní en mis filas a unos familiares de mi entera confianza, quienes individualmente destacan en sus trabajos, para hacerles notar a mis hermanas que lo mio era cosa seria y que si me deseaban sabotear no podrían porque ya todo estaba finamente coordinado.

Mi segundo paso fue más simple. Me reuní con mi hermana mayor. Mamá estaba al lado. Le dije poética y romanticamente mis planes y lo buenos comentarios que había recibido en el blog -¿qué blog?... 'Ahora qué hago', pues, mi blog- para luego pasar a una área más delicada: el dinero. Le dije que con lo mio no había pierde, que si desea ser algo que no lo pensara dos veces. Le dije que todas las cartas jugaban a mi favor, que habría que estar loco para no darse cuenta, y que esto y que aquello y que todo saldría bien, pues, Amelia, no lo dudes, caramba. Al final terminó por aceptar.

El tercero, y último, consistió en convencer a mi otra hermana. La respuesta que me dio terminó por sorprenderme: no me expliques tanto, cuenta conmigo y ya.

Desde un punto de vista profesional fue mi primera victoria empresarial: vencí al demonio de la duda y el pesimismo y me hice de él cual si fuera espadachín invencible. Ahora toca avanzar. Eso creo.

Pasando a otro plano, existen factores a tomar en cuenta. Por el momento no tocaré el tema. Sin embargo, es menester recordarles que desde hace unos días al lado derecho de la pagina -si, ahí donde nadie mira ni hace clic y ni siquiera pretende reconocer su existencia- colgué una encuesta. "¿Qué le gustaría encontrar en un librería para hacer más amena su visita?". Las respuestas justo abajito, ajá, solo lleva un clic.

Considero que sus aportes e ideas, como lo hicieron tan bien en la entrada 'El señor de los libros', son de vital importancia. Solo con la ayuda de quienes tuvieron la generosidad de agregarme en sus filas de blogs a seguir el proyecto podrá concretarse sin problemas. Y esto incluye a los que, como Franz bien me recordó, me leen de forma anónima, detrás de cámaras. Espero contar con su apoyo así como mamá.

domingo, octubre 10, 2010

Sobre el nobel y otras cosas


"Uno no escoge los temas, los temas lo escogen a uno" - Mario Vargas Llosa
Mamá no solo fue siempre una dura critica, seguidora e impulsadora de mis cuentitos e historias de amor u odio -a pesar que en el principio se consideró una ferviente opositora- sino que, además, me incentivó a leer. Yo, como tantos otros niños a los ocho años, me negué rotundamente a tocar uno solo de sus libros. Son cosas de viejos, decía. Mi único afán entonces eran las Tortugas Ninjas y Los Power Ranger.

Mamá había decidido volverme un lector afiebrado y procaz recomendándome y comprando uno y otro libro de diferentes autores y de distintas tallas literarias. A pesar de mis constantes negativas nunca perdió la esperanza. Por ello, cuando terminé de leer mi primera novela corrió a felicitarme y besarme y decirme esas cosas que las madres dicen y hacen cuando su hijo hizo algo bueno.

-Lee a Mario Vargas Llosa- me dijo.

-¿Quien es?

No me contestó. A la semana siguiente compró 'La ciudad y los perros'. Vi la portada, la olfateé, la toqué, la saboreé y, por último, dije: muchas letras. Entonces seguí mi camino. Mamá sonrió sin replicas. Parecía divertida.
Los años pasaron rápidamente. Sin darme cuenta escribía poemitas que se las dedicaba a cualquier chica guapa que pasara por mi lado. Escribía a más velocidad y más seguido. Lo hacia pensando en nada. Me parecía asfixiante y excitante dejarme llevar por otra realidad y ser en ella lo que se me viniera en gana. Me era muy complicado terminar una historia o cuento y cuando lo hacia saltaba de alegría y corría donde mamá para que me leyera y me dijera que tal estaba, si le parecía buena, mala o pésima -y no me mientas, má, por favor-. Ella era sincera y hasta a veces dura cosa que agradecía sin reservas.

Aprendí con el tiempo que el escritor para poder escribir necesita de la elemental presencia de los libros. Aprendí que leer a los mismos no ayuda a ampliar el vocabulario, a conocer otros estilos, a ampliar el horizonte. Lo aprendí y por eso abrí 'La ciudad y los perros' que mamá conservaba en el último cajón de su mesita de noche. Y una vez en mis manos me hice de la lectura, y conforme avanzaba descubrí algo aterrador: la literatura era más de lo que pensaba.

Desde entonces junté mis propinas. Tuve entre las manos: 'La tía Julia y el escribidor', 'Conversación en La Catedral', 'La fiesta del Chivo', 'La casa verde' y muchos otros títulos. Continué leyendo al escritor -que, para mi sorpresa, resultó siendo peruano pero que, también, casi ningún peruano que conocía había leído sobre él o sus obras y si sabia lo sabia por el colegio y por lo que decían las noticias de los premios que ganaba-. Descubrí que su narrativa, por fantástica y emblemática, iba más allá a donde mis inquietudes y fantasías me llevaban. Que la calidad con que Mario Vargas Llosa redactaba sus novelas -a pesar de asegurar él mismo lo difícil que se le hace escribir, pero que lo disfruta como nada en la vida- era una meta a seguir, un lugar a donde llegar, donde sentirme bueno e importante.

Mucho se dijo de por qué la Academia Sueca no le había otorgado aún el nobel de literatura a un escritor que ha sido reconocido con todos los premios posibles, que con su prosa ha llegado hasta los más altos niveles de narrativa para así construir la novela completa. Bueno, pues, después de mantenerme expectante, furioso y resentido por los rumores que aseguraban a Mario Vargas Llosa como el candidato eterno -así como Jorge Luis Borges- por sus intervenciones políticas, fue, al fin, galardonado con el reconocimiento más importante de la literatura mundial llevándolo así hasta la fila de los más grandes e influyentes autores alrededor del globo.

Gracias Mario Vargas Llosa. Gracias por darme un nuevo sentido a la carrera que elegí seguir y por la que lucho cada día de mi vida. Gracias por escribir tan bien como lo haces. Gracias porque tus obras acompañaron mis días y noches haciendome crecer, robandome una sonrisa, mostrándome el mundo tal cual lo ves. Gracias por dedicarte como te dedicaste a la literatura, por volverla un oficio, por enseñarle a los más jovenes que si, efectivamente, es posible lograrlo. Gracias por tu dedicación y empeño, las mismas que tantas veces me hizo soñar.

Como dijo mamá cuando se entero de la noticia: ¡Caramba!, hijo, bien merecido lo tiene.

Gracias escritor y, desde aquí y con total humildad, felicidades.

sábado, octubre 02, 2010

Palabras

Bien. En la siguiente entrada intento un nuevo estilo y otra velocidad. Debo reconocer que en mi imaginación la situación parecía menos complicada pero puestos a materia la cosa es muy distinta.
Con este post muestro mis respetos a quienes logran llevar la rima y la poesía como un juego de niños.
Espero lo disfruten.






-Por fin llego. El viaje fue eterno. ¡Uf!, aún no ha llegado, eso es un alivio. Otro poco y ni la atino. En fin. Mejor me siento.


Lejos, aún, una chica, peine y maquillaje en ristre, mira su reflejo con aire preocupado. ¡Espero no se vaya ese muchacho!, piensa. Vuelve a pensar: ¡Ay!, pero si falta para la hora, no me debo preocupar.


En el parque Las Olivas, el joven termina otro cigarro pensando: si llega en cinco estaré relajado. No sabe que lejos la chica va por el sombreado.

Se para, se sienta, un cigarro y otro y no llega pero vendrá porque sé que me ama o, al menos, me amará cuando descubra mis habilidades de conquista. Sin duda, caerá rendida.


Tantos años de soltero tiene su efecto: una gata de nombre Lucero. La decimoquinta cita es la vencida, esta niña no se me esquiva. Y qué pasa que no se avecina. Paciencia, no te desanimes, seguro fue su rimel o algo por el estilo.


Llaves, celular, peine, espejo, maquillaje; oh, ¡por dios!, no cerré el garaje. Mira la hora: veinte para las nueve. ¡Bah!, solo cuarenta minutitos de retraso, ese chico está templado y esperarme no le será complicado.


Sube al auto, señores, pueden creerlo, sin síntomas de arrepentimiento, deseando no haberse olvidado nada. Dentro vuelve al conteo. Prende la radio, busca emisora. Al fin escucha una de Arjona, de esas sentimentalonas. Trata de recordar: apagué la televisión, las luces del cuarto, la comida para Ronaldo, el perrito de Gerardo, su hermano, que cuidará hasta marzo. Todo listo. Entonces nos vamos.


En el parque el chico se cansa de jugar con los dedos. Mejor voy a la esquina, piensa, de repente sale por ahí. Es mejor caminar que seguir aquí. ¡Ay!, si algo le pasó, se detiene de repente. Si algo anda mal, si un chofer asesino le chocó el carro, si está asustada en alguna avenida llamando a su tía o esperando que aparezca la policía pero nadie viene en su ayuda mientras yo pensando en tonterías. Anda más rápido, volviendo la cabeza de una lado para otro, mirando de cuando en cuando el reloj, rezando porque solo sea su imaginación, que llegue por el amor de Dios. La gente ve como el hombre junta las manos y mira al cielo pidiendo por quien sabe quien, es un espectáculo atrós, pobre señor. Sin embargo, al hombre esto le tiene sin cuidado, ya esta desesperado y por más que la llama ella no ha contestado. Si sigue así terminara en el manicomio. O, quizá, no va a venir y solo hace un teatro para despistarlo. Si, eso debe ser, ahora sale con otro sin importarle mis sentimientos... No le importa que ando llorando...


-¿Y mi celular?...Oh, lo tengo apagado- piensa la chica, ya no tan lejos de ahí, ya no tan despreocupada y ya no tan impaciente. No podía salir sin estar bien arreglada y sin dejar la casa ordenada, qué pensaría si lo llevara. Él entenderá, parece ser bueno.

Entonces descubre las llamadas perdidas, el mensaje de voz, el de texto. Maldición, qué exagerado, solo fue un retraso como si a él nunca le hubiera pasado.

sábado, septiembre 25, 2010

Digamos casada


-Siempre quise casarme por religioso, don. Una boda donde papá vista de etiqueta, y las flores y el buffet y mi amorcito al lado y los invitados y un vestido así de largo con una cola larga, larga, como la de tía Marina en su segundo matrimonio, don. Ser feliz estaba en mis planes. Almuerzos en casa de mis suegros, cena en casa de Anita, mi amiga de infancia. Una, dos, tres, cuatro de la mañana bailando y riendo y siendo feliz y así, don.



-Y qué pasó.



-Pasó nada pues.



-A qué te refieres.



-¡Ay!, don, tampoco le voy a contar todita mi vida. Ya, ya, no me mire de esa forma que se me eriza la piel. Ve, ve, mire como hinca. Mi marido paga la terapia porque me cree loca y no lo estoy. Aunque, ahora que lo pienso, quizá el loco sea él y quiere despistar a la familia mandandome con una persona como usted pa que me quite la cordura y me vuelva más loca que una cabra. Porque, ¡hombre!, los psicólogos no tienen buena reputación ni aquí ni en la China.



-Uhmm...



-En fin, don. Me case en una capillita llamada "La santa cruz", el 12 de octubre de 1989. Diecinueve añitos, don, recién salida del instituto de secretariado, a punto de firmar un gran contrato. Me casé enamorada. Y no se confunda, aun estoy enamorada pero ya ando demasiado desactualizada al respecto, no sé si me entiende. En fin. Usted solo sabe apuntar y mover la cabeza. Igualito a las películas y novelas, de esas que pasan por el canal 4, don, las mexicanas. ¡Ay!, si una vez la Sonia, la vecina, me contó que vio una novela igualitita a mi his...



-Qué opinas de tu esposo, Karina.



-¿De Ismael?... Es un imbécil egoísta y ambicioso y gordo que solo piensa en él y sus pedos a mitad de la noche, don. Y me va a disculpar bastante, pero la verdad es la verdad. Si tiene plata es porque yo me raje y raje y sude y le pedí a papá que le hiciera un préstamo pa poner el negocito en la avenida Grau, pues, don. Y el jijuna no sabe reconocer lo que su mujer hizo por él, don. El Ismael es un gordo egoísta y por mi que lo coman los gusanos con cuchara y tenedor.



-Uhmm...



-Yo le amaba, don. Me casé jovencita y enamorada como una condenada. Dejé al Franklin, trabajaba en el banco de la nación, bastante feo pero me quería bien y tenía carro y casa en Zarate y sabía llevarme a comer rico en la avenida Tacna y hasta a Miraflores, don, así de platudo era el Franklin, don. Pero yo lo dejé porque me enamoré del Ismael. Me conquistó con su vocecita de locutor de radio. Carijo, cómo bailaba Triller; el pasito para atrás, el gritito "¡Ay!, ¡Au!"... Igualito a Jacko, don. Pobre que murió. Buenos tiempos. Pero le deje por ese mal hombre, por ese gordo panzón que se desparrama todas las noches en el colchón. Disculpe las lágrimas, soy una chillona que llora por todo... Es que el Ismael no comprende que paso por una etapa difícil, don.... Él solo piensa en su plata y en la querida.


-Y cómo se siente al respecto.


-Usted no me está escuchando, don.


-Mi nombre es Gabriel.


-No me escucha don Gabriel, o doctor Gabriel o psicólogo Gabriel o como quiera.


-Uhmm...


-El Ismael es un gordo que tiene plata gracias al dinero que papá nos presto después de la boda. Nos fuimos a vivir al Centro de Lima a un cuartito. Papá estaba molesto y dio el grito al cielo cuando se enteró. Le prestó la plata. Trabajamos el negocito y todo salió muy bien pues. Mi gordo es bueno en las cuestiones de ventas, sabe, doctor, don Gabriel, perdón. Es un sabio, como se dice pues, un nacido pa hacer dinero. Me compró una casita en Lince y le puso muebles y todo y cuando llegaron los hijos los mandó a estudiar a un colegio particular. Yo sabia que se entendía con la Julia y la chata horrorosa de Flor María. No me importaba, doctor. Yo le amaba y estaba orgullosa de saberle con plata pa llenarle la panza a los niños, doctor don Gabriel.


-Uhmm...


-Es gracioso, sabe, yo quería mucho a mi gordito y ahora estoy con él solo porque paga las cuentas. Y, ¡bah!, no me arrepiento de sacarle la vuelta, doctor. Vaya corra a contarle, ya que me importa. Ismael lo merece por tenerme tanto tiempo descuidada, caray. Ese jijuna se reía de mí y de mis criaturas mientras se la metía a una fulana en la calle. Usted me disculpara de nuevo pero solo le digo la verdad.


-Es comprensible que...


-Es comprensible nada, oiga usted. Oiga usted, nada es comprensible en este mundo de locos, don. Ese gordo me traicionó y ya. Y ahora me trata como loca mandándome a un loquero porque disque tengo achaques de locura y de mujer fuera de la razón. Y, oiga usted, deje de apuntar tanto y mejor hable más que ya me estoy volviendo loca de verdad de tanto verlo apuntar y apuntar y mover la cabeza como loco.


-Bueno... el tiempo ha llegado a su fin. La próxima semana la espero de nuevo para seguir platicando...


-Ya, ya, ya... Me voy antes que me boten.


-Buenas tardes, señora.


-Buenas tardes, doctor.

jueves, septiembre 16, 2010

El señor de los libros


Es sábado, voy a buscar a Erika. Como para no perder la costumbre, y sin que ella vea, huela o se entere, prendo un cigarrillo y me meto un Halls a la boca. Luego medito o trato de meditar o trato de pensar en algo que me distraiga media hora, que es el tiempo que falta para que mi chica salga de "¡Listas!" , el salón de belleza donde trabaja. Erika es estilista y a ella le debo lo que es mi pelo ahora: una especie de agujas colocadas de forma diagonal de tal manera que se encuentren en las puntas y otras cosas que no sé describir o que no quiero hacerlo por no pasar la vergüenza que creo que paso todos los días por considerarlo demasiado moderno para mí, pero que mi chica asegura nunca me vi más lindo de lo que me veo ahora. No lo pongo a discusión, si ella afirma o niega que algo me queda bien o mal es porque así es.

Entonces medito o trato de meditar, mientras camino por la avenida La Marina, una pitada larga y el humo al cielo como me enseñó mi tía, sobre una prometedora oferta que mamá me hizo esa misma tarde, en el almuerzo.

-Cómo vas en el trabajo, cariño.

-Jodido, vieja.

-Sigues escribiendo- inquirió, llevando un plato de estofado de pollo a la mesa, invitándome a seguirla, sacando una cocacolita de la nevera y vertiendo su refrescante contenido a un vaso que ya tiene preparado para mi -me preocupa, Alexito, que dejes de hacer lo que te gusta.

Mamá, al igual que papá, nunca estuvo del todo de acuerdo con mi afán desenfrenado de ser escritor. Aprendió con el tiempo a respetarlo, a compartir conmigo ese delirio, ese sueño.
Cuando medito -o trato de hacerlo, ojo- no suelo ver por donde ando. Por ello, me sorprende de pronto ver tantos jóvenes reunidos a unos metros de distancia. La puta, una revuelta, pienso, asustado. Pero una revuelta no suele ser tan organizada ni mucho menos mirando a un escenario. Abro los ojos, limpio los lentes, respiro hondo: "Rock en tu parque", dice un letrero, "Organizado por la municipalidad de San Miguel", al lado un cartel gigante con la cara alcalde y la frase marquen por la "L".

-Deberías buscarte otro trabajo, hijito.

-No, vieja, no es fácil encontrar chamba en estos tiempos de perros. Además, necesito el dinero. Sabes que con Erika intentamos arreglárnosla con nuestro sueldo, y a duras penas llegamos a fin de mes. Estamos jodidos, caray.

Mamá no volvió a hablar por unos minutos, prefirió verme almorzar y darle esporádicas miradas a la televisión. Una mujer lloraba por un hombre diciéndole que lo ama mientras éste la sacudía con la fuerza de sus brazos. Entonces, cuando casi he terminado -nunca tengo tiempo para almorzar en casa de mis padres, y cuando voy ellos ya lo hicieron y yo debo regresar corriendo al trabajo si no quiero patear latas-, mamá me dijo: te gustaría estar al frente de un negocio. Volví la cabeza. En la televisión el hombre empujó a la cama a la mujer luego sale de la habitación visiblemente irritado. Pues..., traté de contestar. Yo te ayudo, me cortó mamá. Pero no le digas a tu padre, yo se lo diré.

Me acerco al pequeño concierto. La banda toca un cover de Héroes del Silencio, las chicas parecen querer subir al escenario en medio de gritos y jaladas de cabello. Intuyo entonces que es por la apariencia del vocalista y la euforia del rock. Tengo algunas vivencias sobre tales acontecimientos.

-Qué te gusta hacer- me preguntó mamá. Sonreí pensando que mamá ya estaba envejeciendo por no recordar mis gustos o tal vez buscaba hacerme una broma o hacerme entender un mensaje profundo, digno de recordar -qué sabes hacer- replanteó su pregunta.

Nunca me había puesto a pensar en ello, o al menos no con tanto interés. Al fin contesté lo único que se me vino a la mente: leer y escribir... ¡Ah! y me gusta el café. Ya sabes que negocio poner, sentenció, levantando el plato, haciendome señas para que vaya a lavarme los dientes, para que la dejase ver su telenovela sin interferencias. En la televisión la mujer dejó de sollozar ruidosamente y ahora va en busca del hombre..

La banda toca, las chicas se alborotan, los chicos miran que serenazgo no los vean bebiendo licor. Prendo otro cigarrillo, otro Halls. Pienso: siempre quise hacer algo productivo con mi vida, algo interesante, algo de lo que me sienta orgulloso. Siempre supe que escribir me daría efímeras alegrías, que demoraría mucho tiempo para sentirme realizado como escritor, que quizá nunca llegaría a ser leído por nadie -salvo mamá y Erika-, que la inquietud de la que estoy condenado a padecer me haría infeliz por no haber nacido con el talento suficiente para ser leído y reconocido. Siempre supe también que mi vida, de una u otra manera, me llevaría por ese sendero: escribir hasta el día de mi muerte. Sin embargo, había un punto del que no estaba del todo consciente -por considerarlo poco importante en esa búsqueda. Grave error, vale recalcar-: la maldición de leer y leer y leer hasta altas horas de la noche, y en el autobús, en el trabajo, en los parques y en cuanto lugar pudiera acomodar mis regordetas posaderas.

La banda sigue tocando. Sin querer me contagio de la euforia colectiva y ahora aplaudo cual quinceañera enamorada el final de la canción.

Visto con sinceridad solo sé -y medianamente- leer y escribir. Si a esas dos inquietudes le agrego una más sería mi notable sensibilidad por la cafeína, adicción que tengo el placer de padecer desde que tengo uso de razón y le robaba unos sorbos a papá y mamá y a escondidas me preparaba una taza o dos. Puestos a ser más sinceros aún: no creo tener otra habilidad ni otra inquietud, y si ese no fuera el caso no me interesaría averiguarlo porque ando dichoso de hacer lo que hago mientras tomo una buena taza de café -en cualquiera de sus presentaciones, y si la acompaña un buen puchito pues la cosa se pone del carajo-. Conociendo entonces mis virtudes decido: una librería cafetería. Moderna, juvenil, ágil, cultural y demás mierda. Una donde me sienta feliz de levantarme temprano, donde pueda leer hasta que me aburra -y es un decir, poco probable además-, donde pueda embriagarme con harto café, donde envejezca y donde escriba mis cuentitos que nadie recordará en unos años y termine, por fin, maldita sea, esa novela que me tiene loco.

La música, los gritos, la conciencia de una buena idea, las ansias de vivir muchos años para concretarla. Todo en conjunto me incentiva, me llena de vida. Corro, de pronto, a toda velocidad, sin mirar a los costados. Corro a contarle a Erikita, a besarla, a abrazarla, a decirle que la amo y que me amará más en cuanto escuche lo que le tengo que decir. Corro llorando de felicidad. Corro sintiendo que tengo ahora otro motivo para dar lo mejor de mí, para saber que puedo ser importante después de todo.

Erika ya salió de la peluquería y camina por donde yo corro como alma que lleva el diablo. La abrazo, la beso, le cuento lo que hablé con mamá. Ella se muestra dudosa, me dice que en el Perú las personas no leen, que son muy pocos, que solo yo y unos cuantos, que en Argentina o España quizá resultaría, que mejor piense en otra cosa. Le digo: sé que es idealista, estúpido y loco y que solo un idealista, estúpido y loco podría pensar que algo así funcionaría. Por todo eso, amor, cumplo con todos los requisitos. Al final me entiende, me promete su apoyo. Y yo termino por besarla y recordarle que la amo, por si las dudas.

Ahora, señores, solo me encuentro con un dilema: ¿qué nombre le pongo a la librería....? ¡ Ayuda!, por favor.