jueves, octubre 29, 2009

Premio a la honestidad

Editaba, presuroso, una gran entrevista que tuve la oportunidad de hacerle a Víctor (autor intelectual y único culpable de “Enamorándome de Marco”), y le había prometido publicarla en tres días. Lo siento, Víctor, en breve sale, lo prometo.

Iba en que editaba presuroso y entusiasmado una entrevista cuando me llegó un comentario de Clara desde “Vivir del aire y nada más”. Pasa por mi blog, decía, hay algo para ti. Y ese algo para mi era un premio, un reconocimiento, un acto de agradecimiento, y una de las mayores sorpresas que me han dado en mis pocos años de vida. Esto, sin embargo, no queda ahí: Dayan, desde su acogedora “Kasa de Papel”, me nombraba como uno de sus seleccionados para el mismo premio. Ah, carajo, me sobresalté, resulta que uno no basta sino dos. En fin. Gracias a ambas, son muy amables.

Por cierto, mencioné que el premio es a la honestidad… ja ja ja … opino lo mismo: si alguien merece menos ese reconocimiento soy yo.






He aquí las reglas:

1.- Hacer Promoción al Blog que me lo dio.


2.-Escribir 10 cosas honestas que me suceden.

3.-Mandar saludos a la Madre de alguien.

4.-Otorgarlo a 9 blogs.



La Kasa de Dayan

Hace poco tuve la oportunidad de entrevistar a Dayan. Fue una experiencia inolvidable no solo porque es un gran escritora y magnifica persona sino que, además, tiene un corazón enorme, una sonrisa maravillosa, y un no sé qué que me hace soñar, suspirar, revivir. Su Kasa de Papel se ha vuelto, en poco tiempo, un lugar necesario donde acudir cuando me sienta triste o feliz o enojado o sea cual fuera el sentimiento que me embargue en ese momento.

Dayan es una narradora talentosa y preocupada. Sus post tienen la cuota adecuada de reflexión y sentimiento. Comprende que la vida no le será otorgada porque se vea bonita con la ropa de moda, y que para conseguir lo que desea debe ir tras él, cogerlo de las orejas, traerlo hasta ella y disfrutarlo hasta el ultimo, porque la vida es así: hay que gozarla, señores.
Gracias Dayan.



Viviendo por ella.

Es una lectura obligatoria, es una caricia en medio de la oscuridad, un baño de lucidez, una criatura sobrenatural que algún ser superior nos regaló en un arranque de bondad, de piedad. Clara es eso y muchas otras cosas.

Llegó a mi vida una tarde de invierno. Pensaba en una historia lo suficientemente interesante para publicar. Cansado de hacerlo busqué por la red un blog que me diera una pequeña ayuda, que me inspire a seguir haciéndolo. Necesitaba reconocerme y me sentía perdido, solo. Entonces “Vivir del aire y nada más” se mostró ante mis ojos. Era una niña la que versaba hábilmente ese post. Su talento me hipnotizó, y Clara, cual ser mágico, me transportó a un mundo diferente, uno donde amar no está bien ni mal y donde soñar no es solo eso y donde puedo si quiero, pero si no quiero está bien, y donde podía ser yo y buscar ser alguien más. Me enseñó a vivir solamente del aire, teniendo en cuenta que la vida es una y que más allá… más allá… Oh, no recuerdo que hay más allá.

Y espero pronto tenerla por aquí, no como espectante sino protagonista.
Te espero, Clara querida.


HONESTIDAD:

1.- Si no sintiera esta curiosidad por escribir, si no fuera por este maldito dolor de cabeza, y, claro está, porque nací peruano, sería sicario, caficho o político, en el peor de los casos.

2.- Sueño con mayonesa. Me la unto en todo el cuerpo y le encuentro placer. Como es lógico, algo dentro de mi pijama amanece duro, hiperactivo, con vida propia.

3.- Me gusta tocar guitarra, bajo y batería.

4.- Me gustaría más si supiera hacerlo bien.

5.- Dayan es mi amor platónico mexicano.

6.- Tengo otro amor platónico, pero este es peruano.

7.- Amo a la niña que visita mi casa cada semana, que me abraza sin pedirme nada a cambio, que besa mis labios cerrando sus ojos y apretandome con fuerza las manos, que sabe que amarla es lo único que deseo hacer bien, y que, al final del día, se despide dándome un beso en la mejilla (nos vemos, Alex). Al fin y al cabo solo somos amigos, pienso.

8.- Quisiera ser periodista.

9.- Se me puede considerar un hombre anticuado: me gustan las mujeres.

10.- Soy amante del celuloide.


Saludos:

Saludos cordiales a la madre de mi madre, la que me enseñó que la paciencia y el amor son más importantes que la rebeldía adolescente. La que siempre estará ahí aún cuando no la pueda ver.



Yo le otorgo.

Soy un rebelde como la ley manda. Por ello, 9 es mucho. Si alguien merece un reconocimiento (muy por mí encima y no apuntando algunos porque ya fueron reconocidos) son ellos:

-Momentos de la vida

-En un rinconcito (por vuelo de hada)

-Historias Ninisticas.

-Cuentos de princesas.

-Un día es un día.

miércoles, octubre 28, 2009

Mi primer beso

*Como lo prometido es deuda, aquí el post que Dayan (dueña y autora de "kasa de Papel") me pidio (o exigió?) tanto a mi como otros autores.
Misión cumplida, Dayan querida.



Anita parecía una loca corriendo por toda la calle con esas dos trenzas en la cabeza y la cara pintarrajeada con toda clase de maquillaje: lápiz labial, rubor, etcétera y etcétera. Buscaba, según lo poco que pudimos escuchar debido a sus gritos esquizofrénicos, a Víctor Andrés Huamán, hijo de su gran puta madre, para sacarle la mierda antes del almuerzo. Los niños la mirábamos asustados, cruzando los dedos para que no viniese a nuestro grupo, pensando en que si ese fuera el caso decirle un buen argumento que le calme la ira, el odio, al menos por el momento. Y Anita corría y corría y gritaba y cogía piedras y seguía gritando: Víctor Andrés, sal de tu escondite, marica de mierda. Los vecinos, sorprendidos, salían por sus ventanas: ¿quien era la loca que gritaba de esa forma? ¿Por qué quería volverse una asesina tan precozmente? ¿Donde andaba Víctor Andrés Huamán cuando más se le necesitaba?

-Cállate, loca- le dijo Juan Diego, que estaba parado a mi lado y esperando su turno para hacer bailar al trompo.

Vaya sorpresa que se llevo mi grupo y el de los padres chismosos y los adolescentes futbolistas (quienes habían puesto dos piedras grandes separadas un buen tramo, improvisando, de esa manera, un arco de futbol), Anita se calló y hasta parecía respiraba más tranquila. Creí que sus ansias de venganza se habían calmado. Lo creí tanto que solté una risotada en señal de paz y amor, sin darme cuenta que esto enfurecería a Anita e iría en pos de la venganza, y esta vez la victima no era Víctor Andrés Huamán sino yo: Alexander, con diez años, dos meses, y cuarenta días de nacido, el pelo muy corto y los dientes disparejos .

Anita caminaba formando puños y estirando un brazo en dirección a mi cara. Reí por los nervios. No lo hará, me decía, no me pegará porque es una chica y las chicas no le pegan a los chicos porque los chicos somos mucho más fuertes. Sin embargo, Anita estaba ahora mirándome a los ojos. Busqué a mis amigos con la mirada, tratando de pedirles ayuda. No estaban, o al menos no los veía ya que Anita los cubría completamente. Me ayudaran, me dije, no me pasara nada. Entonces Anita, la más bonita y agresiva y poseída por el demonio y extraña y fuerte y loca del barrio, me hizo probar el sabor de su puño. Retrocedí dos pasos producto del golpe. Sentí como la sangre brotaba de mis fosas nasales. Mi nariz era muy delicada y con cualquier contacto sangraba. Estaba asustado, quería a mamá o a mis hermanas para que le pegaran por mí. Pero estaba solo. Solté un chillido aun más fuerte que sus gritos y fui encima de mi agresora (deben creerme que no haría eso de nuevo, no le pegaría a una mujer, pero no existen palabras para hacer entender como me dolió ese golpe), llevándola directo al suelo y tratando de morderla, arañarla, mientras sollozaba porque era un cobarde pega mujeres y porque Anita sabia tirar buenos golpes en la cara. Los gritos de mis amigos a mi espalda, el paso presuroso de los adolescentes que dejaban de jugar para venir en mi ayuda, el asombro de los viejos chismosos, me desesperaron, y Anita, ya no en el suelo sino sentada sobre mi vientre (y poco a poco bajaba hasta el sexo), gozaba con la paliza de amo y señor mío que me daba. Ay, Anita, como me dolió eso carajo.




En fin. Al parecer nuestra pelea generó una especie de excitación en Anita. Era amiga de mi hermana (que por cierto solo hizo más que desternillarse de risa cuando se enteró mi derrota frente a una mujer), iba a mi casa todos los días a peinar muñecas y pintarse las uñas y la boca y llamar por teléfono a quien sabe quien y esas cosas que uno no entiende ni quiere entender porque prefiere seguir viendo su dibujo favorito. En ocasiones se me acercaba para preguntar por mis heridas, en otras me decía que dentro de poco le sacaría la mugre a Víctor Andrés Huamán porque le había jugado una mala pasada. Me tomó una foto mientras me arreglaba con las chicas, Alexito, puedes creerlo. No, no podía creerlo. Habría que estar orate para tomarle una foto a Anita maquillada, sabiendo que ella iría tras de uno cual fiera a su presa. Y Anita me hablaba y hablaba y seguía hablando y yo quería que se vaya pero ella dale y dale y me miraba los labios, la nariz, el cuello, y me preguntaba si me gustaban las canicas o las cartas o jugar a las chapadas y yo: si, si, Anita. Sus visitan resultaban molestas. Por lo general eran en las tardes, cuatro y media. Una de esas tardes me encontraba solo en casa, había terminado de mear cuando sonó el puto timbre: era Anita buscando a mi hermana. No está, le dije. Me dijo que la esperaba dentro y abrió la puerta sin importarle que yo no la invitase a pasar. Me fui a la sala a seguir con mi dibujo. Anita se acercó a preguntarme qué miraba. Nada. Eso no es nada. Bueno, para mi si. Estás enojado, quiso saber. Me pegaste, recuerdas. Ya te pedí disculpas. No importa, ya fue, dije.

Para Anita no había pasado. Se acercó para volver a pedirme disculpas, me preguntó si me gustaba alguien. Si, le dije por decir. Cómo se llama. Raquel. Es bonita. No sé, dije. Te gusta mucho, quiso saber. No sé. Qué harías si Raquel fuera yo. Esto último me sorprendió. Volví la mirada a mi interlocutora para adivinar sus intenciones. Ahora que estoy grande las conozco y quizá hubiera sacado algún provecho, pero en ese entonces era un niño extraño envuelto en un mundo de autos voladores y naves espaciales y por ende no sabia nada de nada de besos y caricias y abrazos y esas cosas. Anita, aprovechando mi candidez, se acercó a mis labios, peligrosamente, y me besó. Creí que el corazón se me saldría del pecho. Sus labios estaban arrugados y pegajosos y secos y los mantenía pegados a los míos. Conocía la teoría porque la había escuchado y visto hacer a mis hermanas muchas veces cuando traían a sus amigos a la casa, pero no era capaz de ejercerla. Y Anita si era capaz, y acercaba su cuerpo y sentía sus pechos en desarrollo junto al mío. Traté de calcular mentalmente: ella es mayor que yo por dos años, la misma edad de mi hermana. Entonces el pantalón me ajustaba y algo despertaba por debajo, adquiriendo vida propia, endureciéndose cual roca, formando una carpita escandalosa en mi entrepierna. Oh, dios, me quejé. Qué pasa, dijo Anita, dándose cuenta al instante y riéndose del vergonzoso tamaño de mi sexo. Disculpa, disculpa, le decía, tratando de ocultarlo. Basta, no seas marica, me decía tratando de sacar mis manos, acaso eso haría delante de Raquel. Siguió besándome, acariciando con su mano mi pecho y deslizándola finamente hasta la entrepierna y tocando, por primera vez, y que rico carajo, mi pene completa y excitadamente erecto.

La vergüenza por tal acontecimiento me embargó al instante: salí corriendo al baño y no le quise abrir la puerta por más que me pidiera por favor o me amenazara con matarme o con decirle a mis amigos que soy un mariquita culo roto. Prefería ser un mariquita culo roto a ser ultrajado por una fiera endemoniada hambrienta de sexo, que me tomaba como un objeto sexual al que podía utilizar como le diera la gana, qué se había creído esa niña. Oh, maldita sea, efectivamente, era un marica.

Mi hermana llegó a los pocos minutos. Jugaron con el teléfono y salieron a quien sabe donde. Yo me quedé en casa preguntándome qué tan rico sería completar lo que había empezado con Anita, la más salvaje de la calle, la de las trenzas y la sonrisa angelical, la mujer de mis pesadillas.

miércoles, octubre 21, 2009

La maquina

A Dayan, que su Kasa de Papel sea siempre mi único refugio.





Las llamas se alzan hasta el cielo, se oyen los gemidos de dolor provenientes de los recién nacidos, se ven huir a los Ángeles, llegar a lo más alto, sollozar con fuerza y rabia, gritar una y otra vez el nombre de su padre. La maquina se destruye, de ella no quedara nada si no se hace algo de inmediato, lo que fuera, sea cual sea el costo. Los Ángeles más longevos ingresan de nuevo al 'Hueco' a buscar a su creador, a salvarles la vida a los recién nacidos. Mientras tanto, se murmura una conspiración, una traición por parte de algunos de los suyos, y todos se miran pero nadie se atreve a señalar o acusar. Oran, entonces, por el bien de su padre y de La Maquina, que sin ellos no hubiera habido pasado ni habría futuro. No imaginan todo está perdido. Quien anda detrás de tamaña destrucción, de tal pecado. Observan, llorosos y rezando, como los viejos liberan a su padre del fuego, como éste sostiene con fuerza un pequeño objeto de aluminio y ordena no entrar, dejen lo demás, no hay salvación para los recién nacidos, no existe otra posibilidad. Y sus palabras no carecen de fundamento: el hueco, lleno de maquinaria y camas y comida y todo lo que necesitaban para vivir, se derrumba y deja tan solo un gran escombro de tierra y rocas, y ya las llamas no logran escapar, pero tampoco sus hermanos; la vida a la que estaban acostumbrados no será la misma.


Buscan un nuevo refugio. Hoy no habrá casería, dice el creador. Los Ángeles piensan replicar o al menos entender el motivo, porque ellos podrían seguir con su misión sin que esto implique obstaculizar la búsqueda de un lugar para vivir; sin embargo, callan. El creador, en el lomo del ángel mayor, sopesa posibilidades. Piensa mientras siente correr el viento por sus ancianas mejillas, y mira a sus hijos, a sus creaciones, y recuerda que había desafiado a todos consiguiendo lo insospechado: ser dios, y por ende sus vidas le pertenecían. Y su plan desde el principio había sido el mejor. Solo necesitaba una vida, alguien no humano quien lo acompañase en su soledad. Construyó una maquina capaz de creársela para él. Sin embargo, dios no lo dejaba dormir, le replicaba a diario sus intenciones, y le recordaba que él había sido siempre creyente y que no podía estar por encima de él, de ninguna manera. Dios no lo entendía, nadie lo hacia. Por ello les puso alas a su primogénito, así le demostraría que si bien no podía ser más poderoso si podría intentar igualarlo. Empero, dios le demostró que su tarea no seria fácil y que el camino era largo y complicado, dándole el primer hijo muerto y el segundo y el tercero. Algo andaba mal, algo no hacia bien. Los años pasaban y la soledad a la que había temido tanto se convertía en la única guardiana de su secreto, de su misión. Comprendió que no seria capaz de crear perfección e intentó otro método, teniendo como resultado su primer hijo, quien llamó Ángel.


El demonio miraba la caravana desde la clandestinidad de las nubes, a su lado iba el anciano -que ahora era dueño de unas alas negras e inmensas, como sus ojos y su espíritu-. Regresaron de la muerte. Lo hicieron sabiéndose dueños de ella y amos del infierno. Lo hicieron porque la venganza estaría cerca, porque solo un rey gobernaría, y porque la eternidad es muy aburrida. Solo queda observar, luego actuaran.


Recuerda: su vida no se prolongaba y la vejez le había llegado tres años después. Lo había creado con sabiduría, más no con belleza, con fuerzas y alas, más no divino. Lo quería pero Ángel necesitaba algo, no era feliz. Ángel entendía que su vida se acabaría en cualquier momento y que su padre y La Maquina por más que buscaran una solución nunca llegaría porque él estaba condenado a morir. Lo estaba porque era el primero. Una noche, cansado de verlo llorar a su padre, le pidió crear a otros, que el error estaba en sus células y que posiblemente reinventándolas encontraría una cura o al menos un escape a su dolor. Su padre, luego de bofetearlo, decidió concederle el deseo. El siguiente nació muerto y el que le siguió también. Ángel le rogaba no desistir en su intento. Entonces, una mañana, nació Kwar. El tiempo pasaba y Ángel envejecía mientras Kwar tomaba forma humana y belleza y sabiduría, escondía sus alas tras su espalda y corría a la ciudad a buscar algo para divertirse. Kwar había nacido caprichosa, no aceptaba ordenes ni consejos, no creía en la divinidad y se sentía lo suficientemente poderosa para pasar por encima de su padre. Ángel la veía pero no hablaba, mientras su creador continuaba la búsqueda de la perfección, creando un alado tras otro sin darse cuenta que Kwar no lo seguía ya y causaba destrozos en el mundo. Cuanto abrió los ojos era demasiado tarde: Kwar y varios de sus hermanos se habían proclamado autónomos. Entonces, las manos en el corazón, ordenó a Ángel y a los otros deshacerse de su error, sin imaginar que Ángel caería también en aquella primera batalla, sin pensar que esa noche se detestaría por completo, y decidiría acabar con sus errores, crear alados más perfectos, y odiar a dios.


El amanecer no tardará en ocurrir y las nubes no podrán ocultarlos por mucho tiempo. El creador no decide un sitio aun. De pronto, señala una pendiente, entre unos viejos árboles, junto a un río. La caravana de Ángeles descienden y colocan a su padre con cuidado una vez pisan tierra. Son treinta, incluyendo al creador. Escarban sus ropas en busca de comida, no encuentran nada, deben marchar por algo. Su padre les da permiso, solo diez se quedan con él. No imaginan el demonio y el anciano señor esperan el momento para atacar. El final solo será el comienzo de su gloria.


En nombre de su hijo muerto llamó Ángeles a los demás. Creó nuevos asegurándose que nadie intentase revelarse. Les enseñó a obedecerlo, a cumplir sus mandatos. Les dio vida y en respuesta exigió devoción. Emprendió la búsqueda de los rebeldes, a quienes llamó escorias, bichos, demonios. Ya nada lo detendría. Buscaría, una vez su tarea esté cumplida, otros beneficios. Sin embargo, no tomó en cuenta que muchos de estos tomarían su lugar o se negarían a alguna de sus órdenes. A ellos los expulsaba y llamaba demonios, pedía sus cabezas y creaba otros en señal de venganza. Esto sería así siempre, o al menos hasta que encuentre la perfección entre sus muchos hijos.


El demonio no permanecería ni un minuto más como expectante. Ahogó un grito y saltó hasta el cuello de su padre con la firme intención de estrangularlo. Los angeles, que reaccionaron tarde, fueron atacados con la espada del anciano, que había sido robada de lo más profundo del infierno con la intención de asesinarlos. El demonio mantiene ambas manos sobre el cuello de su creador mientras el anciano se lleva una a una cada vida. La tarea se ve casi cumplida, aunque el ultimo en ser asesinado suelta un chillido que hace despertar a los pájaros y los animales silvestres. El piso tiembla y un silencio sepulcral reina en el ambiente. El demonio tiene la vida de su padre en sus manos. Quiere estrangularlo pero no puede, quiere gritarle su odio y no lo logra. No hagas esto, masculla el creador, mirándole los ojos. Puedo porque quiero, padre. Entonces hazlo y vamos de una maldita vez, grita el anciano. El creador, que no había vuelto los ojos al campo de batalla, mira al anciano señor y una sonrisa se dibuja en su rostro. De súbito el viento corre con fuerza y las hojas de los árboles salen disparadas y la tierra tiembla con fuerza y se oyen los gemidos de la vida animal: son los Ángeles que llegan a salvar a su padre. Se paran en corro y esperan señal porque el demonio aun tiene sus manos sobre el cuello del creador. Fuera de aquí, ruge el demonio, o su cabeza no permanecerá mas pegada al cuello. Retroceden dos pasos, miran furiosos al que fue una vez su hermano y se preguntan cómo regresó de la muerte y quien es ese anciano. Su padre sostiene las manos del demonio, éste, sin pretenderlo, se deja llevar y las mantiene estiradas a unos centímetros de él. Sé bienvenido, Ángel mío, se dirige al anciano señor y suelta una carcajada que estremece el vientre del demonio y los propios angeles.


El anciano no es un demonio ni una escoria, dice el creador, es un ángel que ahora se revela contra su padre. Se escucha el eco de cada una de sus palabras, espera silencio y continua, raspando las silabas, lastimando el oído de los oyentes, esperando el momento adecuado. Eres Ángel y como tal debes estar a mi lado, continua, y al de tus hermanos, cumpliendo nuestra misión, hijo mío. Su misión no es digna de ser compartida, dice el anciano. Siempre fuiste intransigente, aunque el más sabio entre mis hijos. Siempre fuiste un demente, padre mío.


Hay preguntas y no respuestas. Los Ángeles ven a su padre frente a un hombre mayor que él, diciéndole que su camino estaba junto al suyo y que lo había visto muerto alguna vez. Escuchan al demonio intervenir, contar su regreso del infierno. Y ahora a su padre replicar: el infierno no existe, al menos no lo hemos visto. Hemos estado ahí, el demonio quiere acercarse y terminar con esto pero el anciano lo detiene con un gesto y le pide esperar. Si estuvieras muerto tu cuerpo no seria el tuyo, y tu alma no estaría entre nosotros. Regresé para vengarme, dice el demonio, para saber por qué me botaste, cuando te olvidaste que también era hijo tuyo y que te obedecía en todo. Silencio, grita su padre, no interesa tus lamentos, no eres tu quien puede decidir si estás de mi lado o no, soy yo quien selecciona. Cuan equivocado te tiene el ego y la demencia, padre, dice el anciano. No pudiste darte cuenta que nunca estuve muerto pues Kwar no me hubiera asesinado ni los otros desterrados; me sabían igual a ellos, eras tu el problema y nosotros nos encargaríamos de ti. Sin embargo, continua el anciano, creaste nuevos hijos y nos perseguiste, tuve que ocultarme muy bien, esperar mi oportunidad, encontrar tu debilidad. Al final, padre, descubrí que tu debilidad es el miedo a la muerte y por ello vas en busca de nosotros, que tienes miedo a reconocer que no eres dios, solo un hombre que quiso poder y en cambio consiguió caos y descontrol.


El creador escucha a su hijo y mira al ángel mayor, le da señales con la mirada: es hora de atacar, libérenme de estos. No le contesta al anciano, prefiere irse. Comprende, eso si, que todo fue idea de Ángel, que Kwar había muerto ayudándolo, y que este pequeño demonio era su instrumento y que su verdadero problema había sido siempre aquel hijo, el más inteligente, quien creía muerto, y a quien amó tanto.


Los Ángeles se elevan unos centímetros y emprenden el ataque. A continuación pasan muchas cosas, tan rápido que no existe lenguaje para contarlas todas o tratar de hacerlas comprensibles, el anciano estira completamente sus alas negras y eleva los brazos al cielo, entonces llegan otros demonios y tres ángeles se vuelven contra sus hermanos. Un ángel carga a su padre sobre su lomo y pendiente abajo desaparece entre los viejos árboles mientras que éste sonríe y aprieta la mano con fuerza, recordando que aunque La Maquina está destruida, sus energías aun se conservan en ese pequeño aparato. El demonio busca escapar pero es alcanzado por los que fueron sus hermanos, lo descuartizan, lo asesinan, quiere recordar que había regresado de la muerte pero tarde se da cuenta que la suya había sido mentira y ahora le tocaba vivirla, digamos, de verdad. El anciano, sabiéndose casi derrotado y sin el demonio como señuelo, escapa al cielo junto con los demonios sobrevivientes. Su plan estaba marchando muy bien: papá está debilitado, es momento de crear su propio reino.

domingo, octubre 18, 2009

Memoria

A 'Nyu' , con la esperanza de que el último abrazo sea eterno.



La memoria de una princesa es frágil. No logra recordar si antes conoció el amor. No reconoce la felicidad entra la desdicha pues la costumbre se apoderó de aquellos pequeños momentos que la volvieron tan bella e importante como dicen es, y se hizo cargo, arbitrariamente, de borrar la razón de su sonrisa. Quiere evocar, en este instante poco adecuado, la vida antes de la muerte, de su muerte.


La vida es un minuto, una fugaz noche de libertad, una caricia en medio de la oscuridad y un beso temeroso a causa del tiempo. Hay que aferrarse a ello para soportar la muerte con dignidad, con el rostro arriba y la sonrisa impostada que se aprende con los años y las experiencias. La vida no lo es si no se decide vivirla y se deja a un lado la clandestinidad de las cortinas de ceda y el poema en clase de retórica. De esa forma lo entiende la princesa –o lo entendía-, por eso abrió su puerta y caminó, sigilosa, por el corredor hasta las escaleras posteriores y descendió por ellas a la entrada. Salió, mirando a diestra y siniestra, procurando causar el menor ruido posible, respirando a penas, por si las dudas, y siguió el por el jardín, donde ahora pasea sola, luego sendero abajo hasta que éste se bifurque, tomó la ruta al río y esperó.




Espera, entonces, la princesa, estando convencida que aun la vida no le ha sido concedida y por ello nunca llegará. Empero, la vida llega y le da un beso en los labios, temeroso de que su acto de amor no sea tomado como tal, diciéndole que no había necesidad de preocuparse porque él lo controlaría todo, que, además, no estaban solos en esto pues tenían apoyo: Marcelo, lo recuerdas, le dice, nos ayudará, princesa, amor, no llores, te lo pido. La princesa no llora porque no crea en sus palabras sino, por el contrario, las cree y no se siente capaz de tanto amor para con ella –salvo uno que sea de porcelana y que se rompa con el uso-. La vida y el beso la lleva río abajo, a descubrir el mundo, a experimentar la paz. Y corre, sonríe, ruboriza, creyendo poder volar en cualquier momento, sintiéndose libre para amar a sus anchas, para reír o llorar si le nace, si le da la gana. La luna, entonces, cómplice y eterna guardián del amor, es testigo de su unión, de sus besos y caricias, de sus suspiros y promesas. Son uno ahora, y sabiéndose como tal solo serán separados por la muerte del otro, y cuando la justicia empiece a demostrar por que lleva ese nombre volverá a reunirlos y esta vez, créanme, no volverá a ser efímero.


La memoria de la princesa, Ya no frágil, regresara para amar, para reír, para vivir.




martes, octubre 13, 2009

El demonio

A Edith NIN.



-Apaga la luz.

-Está apagada.

-Por qué puedo verte, entonces.

-No cierras los ojos, no dejas de pensar, no quieres quedarte ciego. Tienes miedo.

-He cruzado la línea de la inmortalidad para ir a la vida, creyendo que los mejores placeres se encontraban en el lado al que estaba acostumbrado, al que me habían hecho pertenecer y al que me veía obligado obedecer eternamente, para luego visitar la muerte y caminar por sus senderos, helados y rocosos, sin miedo a permanecer de esa forma. No te atrevas a decir que tengo miedo, no sin antes escuchar todo lo que tengo por decir.

-Te escucho.

-Sé me que escuchas, por algo me pediste acercarme. Alguna vez fui ángel. De eso recuerdo muy poco, solo la maquina, el olor a sangre y gloria, los gritos jubilosos de mi padre al saberse triunfador, y las noches en el cielo, buscando demonios, arrebatándoles sus vidas. Quieres saber algo, anciano, la eternidad no existe, solo existen las circunstancias. No me mires de esa forma, que sé muy bien lo que estoy hablando, y conozco lo que piensas y estás equivocado al confiar que este asiento y esta casa será tuya siempre y nunca llegará nadie más a tratar de llevársela o compartirla, y cuando eso suceda será diferente a lo conocido y te darás cuenta que, aunque muerto, eterno es un suspiro, una caricia del tiempo, una gloria no obtenida.

-Estoy muy viejo para escuchar tus sermones, joven ángel, empieza con tu historia y dime de una buena vez cómo llegaste a este lugar.

-De la única forma como se puede llegar al infierno, señor: caminando, derecho y sin mirar atrás.

-Y su vida...

-Mi vida no fue vida porque mi padre no quiso darme ese honor. Mis días fueron monótonos, no de los tranquilos sino de los que se sufre por no tener opción a escapar, a buscar la diferencia y ser libre al menos efímeramente. No conocía la libertad. No la conocía ya que mi padre me enseñó a obedecer, y, al dejarme fuera de su seno, era claro que la belleza e inteligencia que alguna vez tuve me abandonaría, y siendo consciente de ello, y demonio como me reconocía papá, la muerte llegaría con el paso del tiempo. La luna se olvidó de mi también, señor, me dejó solo en este trance y se unió con ese creador que no puedo nombrar su nombre. Lloraba. Corría. Corría mientras lloraba y escapaba de los ángeles que me veían demonio y sabían que mi final se encontraba más cerca que lejos, y, una vez la luna de cómplice, la angustia aumentaba bajo ese techo y esa lluvia y esas personas que gritaban insultos y fumaban quien sabe qué cosas y fornicaban en las calles mientras señalaban mi rostro, ahora horrible por la falta de belleza, diciéndome débil, perro, escoria humana, haz algo por ti que nadie te hará el favor. Mi padre veía todo eso, lo sé, lo siento, y lo permitía porque intentaba enseñarme algo, no sé qué, mas yo no comprendía y seguía llorando bajo el agua helada, el frío. Entonces las calles se poblaban de jóvenes, que celebraban un festival o una fiesta, y besaban sus bocas y sus cuerpos y reían sonoramente, aplaudiendo alguna broma incomprensible o impronunciable, y se creían eternos, inmortales, capaces de todo, dueños del cielo, la tierra y el infierno. Y yo los miraba sin entenderlos, sin comprender el motivo de su alegría, y quería ponerme de pie para preguntárselos pero el miedo de nuevo, las ansias de vida, la consciencia de una muerte lenta y dolorosa. Sin embargo, el valor se hizo dueño de mis entrañas, me puse de pie y salí en busca de respuesta. Nunca llegó, señor, porque no me escuchaban ni prestaban atención, no existía para tantos, para cientos quizá, y nunca me sentí tan solo estando en medio de tantas personas.

-Cómo fue la muerte

-La muerte es solo un paso, es fácil y rápido. El dolor desaparece al instante y cuando abres los ojos estás en miedo de nada, luego la luz y el camino de regreso. Morir es volver a nacer. Iba por el sendero rumbo a ninguna parte, tal vez al infierno y a mi castigo por las maldades perpetradas. Mi recuerdo de la vida se iba con cada nuevo paso. Me recordé, de pronto, dueño de nuevo de las energías perdidas, fuerte a causa de las penas. Ya no estaba mi padre cerca, de ese lugar no podía verme ni elegir mi camino. Corrí, señor, a buscar algo, no recuerdo, tal vez fue a usted. Pero no había nada, ni personas ni torturas ni castigos. No había Lucifer ni demonios. No estaba el olor fétido de su aliento ni los gritos desesperados de los condenados, o los traidores a la causa divina, no había nada y por eso seguía corriendo y saltando y gritando porque papá estaba equivocado, porque el mundo vivía en un error que no quieren reconocer por el miedo a lo desconocido, sin embargo esto ya no era desconocido a mis ojos porque andaba por él y cantaba en él y era dueño de él, señor, de él y de mi y de la eternidad. Mi padre ya no era poderoso. Yo sería rey, entonces, yo le demostraría que un solo gobierno solo crea injusticias y maldades y por ende destruiría esa maldita maquina y a sus ángeles dueños de las vidas de los demonios y el cielo en pleno. Sería así, señor. Yo, amo y señor.

-No podrías hacerlo.

-Cállese. No intente contradecirme. No se da cuenta que solo estamos usted y yo, y yo soy el dueño porque conozco el lugar. Ahora entiendo que usted me esperaba por eso. Cuando llegué se encontraba sentado mirando el sol, y me llamó porque me vio confundido y me escuchaste porque sabes soy el único capaz de sacarte de tu monotonía. Siga mi camino, déjelo todo y venga conmigo.

-Tu camino está lleno de inseguridades.

-Es el único.

-Existen otros.

-Está conmigo o no. O es amigo o enemigo.

-Iré contigo.

-Seremos los dos, anciano señor.

-Y tu padre.

-Sabrá que blanco y negro es una falacia de su mente ignorante, y que los matices son posibles y somos prueba de ello.

-Y los ángeles.

-Mi honor acabara con sus ideales, anciano señor.



Continuara.

miércoles, octubre 07, 2009

Fabiana, un momento de su vida


La vida empieza en cuanto se tiene consciencia que la muerte es inevitable, que aquello es algo a lo que simplemente enfrentaremos en cualquier momento. Por ello, leer y escribir se volvió una necesidad en mi vida. La misma que vi calmada al descubrir Kuoremio, el blog de Fabiana, quien tiene la habilidad innata de cautivar a sus lectores, de hacerlos divagar en el reino de la nostalgia y la ternura, describiendo situaciones reales y momentos de la vida en los cuales uno se aferra para no desfallecer, para no perder la calma, la paz. "Esos cortos pero no menos importantes momentos de felicidad y deseos, en muchos casos, que dejan volar la imaginación".

Es martes y el sol se acaba de ocultar hace unos instantes, corro al ordenador, en cuanto regreso del trabajo, y espero que termine de prender. Disculpa la demora, digito. No te preocupes, contesta Fabiana, confesándome, luego, que tiene un problema con su computadora y que me había hecho llegar un mail contándomelo -en esta parte le pido disculpas de nuevo porque no había revisado mi bandeja de entrada en varios días y, ergo, no estaba enterado de dicho correo- .Pero de todas formas podemos empezar la entrevista, pregunto asustado. Sí, yo creo que no habrá ningún problema, trata de calmarme. Esperemos eso. Por último, y para entrar en materia, le pregunto si puedo llamarla kari o prefiere Fabiana o como desee. Kari está bien. Entonces, sin más demora, escribo:

-Siempre me he preguntado de que manera podría buscar la felicidad, si es que existe un sitio, quizá, en el cual la pueda hallar. ¿Cual es para ti, kari, el ideal de la felicidad perfecta?

Ideal sería mi casa con mis hijos y mi esposo. Todo lo que significa para mí la felicidad completa es mi familia, son sus afectos.

-Y esa misma felicidad que te impulsa a escribir tan bien como lo haces, y ese esposo y esa familia...

En muchos casos sí, pero hay otras cosas o situaciones que me movilizan y de las cuales escribo.

-Los mismos que le impulsaron a crear "Momentos de la Vida"

Si. "Momentos de la vida" son esos pequeños instantes de felicidad o de angustia, según mi estado de ánimo.

-Momentos inolvidables, déjame confesarlo, kari, en los cuales simplemente eres tú. ¿Cómo es kari en la vida real?

Se puede decir que sí. Kari es simple, transparente, apasionada, pero eso lo tendrían que decir los que me leen porque muchos de ellos me conocen.

-¿cual sería tu mayor desdicha?

No tener la felicidad que hoy tengo gracias a mi familia. Todo gira en torno a ellos

-Una curiosidad planteada con respeto: ¿cómo se puede escribir tan bien y ser madre y esposa?

No sé si escribo tan bien (risas), pero son los motivos que hacen que quiera expresar lo que siento, y muchas veces no hay tiempo o se hace difícil, sin embargo lo intento.

-Gracias por intentarlo. Escribir da ciertas satisfacciones, muy pocas, a decir verdad, pero una de ellas es ser querido y leído por muchas personas, al igual que ganar premios. Puedes hablarnos un poco sobre ello.
Los premios, o como yo los llamo mimos para el alma, son un estímulo para seguir adelante. Cada uno de ellos viene cargado de cariño por quien te lo da. Para mí son importantes desde el afecto. Me gusta compartirlos y dar a conocer a otros blog que se visiten y vean que hay mucha gente que escribe y muy bien.

-Escribir bien es todo un proceso, una preparación constante, además de ser una inquietud que viene desde el alma. Sin embargo, no me hubiera parecido fácil si no estaría acompañado de una buena lectura, una novela que guíe mi camino, además de la imaginación. ¿Cuanto ha influenciado en ti los libros?

Voy a confesar, los libros son la mayor influencia como vos decís, pero en mi caso no lo es o no lo fue. No soy de mucha lectura de libros pero si leo miles de blog por día y no salgo de mi asombro de lo que leo, es maravilloso.

-Saramago dijo una vez que en los blog se escribe más pero peor...

Puede ser, pero se lee de todo y no todo es malo. Además, él no me lee a mí.

-¿Cuál es la formula mágica para escribir tan bien y ser tan leída?

Formula ninguna. Ser lo que soy, tal vez, alguien transparente con sus sentimientos, y escribir de forma sencilla.


"Soy madre a tiempo completo"


Fabiana nació en ciudad de La Plata, Argentina. Está casada y tiene dos hijos, Emanuel de 11 años y Leandro de 6, quienes, según afirma, son sus soles y el motivo de su vida. No lo dudo ni lo menciono porque no soy padre y estoy lejos de serlo; sin embargo, no logro ocultar mi admiración y se lo hago saber. Gracias, contesta. Le digo que no se preocupe, que es la verdad, que no muchas mujeres aman de esa forma a su familia, ni tampoco se dan tiempo para escribir y hacerlo tan bien como demuestra en cada relato. Sé rompo todos los protocolos confesándolo, sé debería simplemente preguntar y esperar respuesta y luego ordenarlas, editarlas, y escribir algún comentario adicional, pero no puedo, no si del otro lado de la pantalla se encuentra aquella mujer que decide no solo responder cual robot o canario, sino conversar con un amigo. Le agradezco el gesto, eres muy amable, Kari. Entonces, indiscreto como soy, le pregunto cuál es su ocupación actual. Soy madre a tiempo completo, sin dudarlo, me dice, orgullosa, produciendo en mí una leve sonrisa y obligando a preguntarme si será cierto tanto o solo lo inventa con el paso de los minutos. Descarto esta posibilidad enseguida. Lo hago porque he aprendido a conocerla por intermedio de sus textos.

-Si bien eres madre a tiempo completo, lo eres de las que se dan tiempo para narrar, con gran habilidad, esos post llenos de sentimiento, de cariño, de nostalgia...

Mientras ellos están en la escuela me tomo mi ratito para dedicarlo a escribir, es como mi cable a tierra, o mi desahogo.

-¿Cuando y bajo qué circunstancias nació esa inquietud para escribir?

Nació en kuoremio, por la necesidad de expresar lo que sentía por el fallecimiento de mi abuela después de un largo mes de agonía.

-Un escape, digamos, a tanto dolor y que terminó siendo parte de tu día a día...
Fue ese escape que después me llevó a querer seguir contando algunas cosas de la realidad y otras inventadas
-Y es que escribir nos da esa posibilidad de soñar, de dejarnos llevar simplemente por lo que nos invade en ese momento efímero, esos momentos de la vida de los cuales nos aferramos... ¿cual es tu mayor sueño?

Aunque sea o suene muy reiterativa, es la felicidad de mis hijos. Que ellos sean lo que desean en la vida

-¿Qué te hubiera gustado ser, kari?

Tendría que haber terminado mis estudios de diseñadora gráfica publicitaria, no se pudo en ese momento pero siempre están las ganas de terminar.

-¿Por algún motivo en especial?

Sí, mi madre se enfermó y había que cuidarla, los tiempos no daban entre estudiar y las horas de visita en el hospital, fueron tres meses de ir y venir hasta que dije basta.

-¿Habías formado ya una familia?

En ese momento no, tenía 20 años.

-¿Conociste a tu esposo en el mismo centro de estudios donde seguías tu carrera?

No, lo conocí en un baile.

-¿Cómo supiste que era el indicado? Se presentó, acaso, cual príncipe azul a su cenicienta.

Fue muy simpático, hablamos toda la noche, teníamos muchas personas amigas en común, y, te cuento, que me costó bastante, casi un año, para que me pida que sea su novia.

-¿Cuanto tiempo pasó para pedirte matrimonio?
Fueron seis largos años para que me pidiera que me case con él. Yo tenía 26 años y el 34.

"El país del tango, el mate y el bife"

Evoco en ese instante, sin querer, mi breve paso por Buenos Aires, una ciudad llena de todo: arte, belleza, literatura, modernidad, historia, pero, más que nada, gente dispuesta a amar. Argentina es así, el mejor lugar donde pasar la noche, donde dormir a gusto luego de esas clases de fiestas que solo se viven una vez cada dos vidas, cada tres si naciste lejos y pobre, donde comer un buen pedazo de carne -ojo, buen pedazo, menos tampoco no se puede-. Tengo una deuda y esa es regresar, ya que tal vez, de esa forma, estaría un paso más cerca al primer mundo. Luego de tanta nostalgia despierto, seguimos hablando de su familia, me confiesa tener un tío peruano y que le parece Perú un sitio maravilloso. Pienso en discrepar. No, Alexander, no vale la pena. Sobre Argentina entonces:


-Argentina es un país de pensadores y libertadores.

Si, y grandes escritores.

-Tengo esta teoría: uno está condenado a escribir porque nació donde nació. O sea, si no hubiera sido peruano, seguro que terminaría siendo doctor o abogado o sicario o político, en el peor de los casos. ¿Pasa lo mismo contigo, kari?

No, no quiero pensar que sería igual en cualquier parte del mundo esposa, madre y escribiría también

-¿Qué es lo que más recuerdas de tu infancia?
Una casa humilde, donde vivía muy feliz con mis padres, un hermano, mi abuela y un tío.
-Y es que a veces esas pequeñas cosas de la vida son las que más recordarnos...
Hoy todavía puedo ir a ver a mi abuela de 93 años, mi tío discapacitado y mis padres viviendo allí. Y esos recuerdos siempre están presentes.
-¿Qué significa, a tu modo de ver, ser argentina?

Para la mayoría es ser lo mejor del mundo (risas). Yo creo ser una argentina simple, que sufre y se angustia con el dolor del otro, que ríe o se emociona con las alegrías del otro. No soy una argentina fanática de su país aunque me guste vivir en él.

"Dios y religión"


El tiempo, para variar, termina siendo cruel y mezquino. Las horas han pasado y no estoy consciente de ello hasta que, por azar o jugada del destino, vuelvo los ojos al reloj en forma de pelota de fútbol que tengo en mi cuarto. Es demasiado tarde y no quiero robarle mucho tiempo más. Me dice que no hay problema, que la está pasando bien y que me considera una persona interesante -o al menos eso interpreto en sus palabras tan llenas de cariño y agradecimiento-. Quiero sonreír y seguir dialogando, pero la hora me crea consciencia. De ese modo, y para finalizar con broche de oro, entra dios, la iglesia, y quien sabe quien más a esta ultima parte.


-¿Crees en dios?

Si creo que hay un dios. De hecho mis hijos van a un colegio católico y yo estoy casada por iglesia.

-Siempre fuiste, entonces, católica, o fue algo impuesto desde la niñez.

Creo que fue la base de mis padres que me mandaron a un colegio católico y que yo después siguiera con la misma religión, aunque no soy de ir a la iglesia, más bien de hablar con dios como con un amigo.

-Una vez le escuche decir a un escritor que las iglesias y las religiones nos hacen a las personas medianamente honestas, decentes...

Alguna duda sobre eso. Cada uno es según la base que traiga desde el hogar y sus padres. A la iglesia no se la ve hoy en día tan honesta

-Dios tiene muchos nombres y es muchas cosas ¿qué es dios para ti, kari?

Es todo y en todo lugar. No creo que porque esté en una iglesia repitiendo una oración de rodillas el vaya a ser feliz. Creo que él espera de mí que sea lo que soy, alguien que respeta y ayuda a quien lo pueda necesitar.

-¿Crees en la inmortalidad del alma?

Si, esa es la fe: es creer que hay un dios.



Termino por darle las gracias, has sido muy amable en aceptar la entrevista, en regalarme un momento de tu vida, y compartir conmigo ese cariño inmenso hacia tu familia. Cierro la pagina, me pongo de pie y camino a mi cama para, por fin, luego de un largo día de trabajo, dormir un rato. Pronto será miércoles y me toca editar una gran entrevista a una de las mujeres más maravillosas que se han cruzado por mi vida, aunque ésta aún sea corta.