
Cuando decidí abandonar mi vida para dedicarme solo a escribir no pensé cuanto dinero costaría dedicarse solamente a escribir. Es decir, el gasto que implica dejar de lado un ingreso salarial para pasar a la sociedad económicamente inactiva solo por el afán esquizofrénico de ser escritor y, por ende o extensión, escribir. Muchos dirán -o pensaran, cosa que pasa con frecuencia ya que algunos pensamos lo que no escribimos o, mejor dicho, escribimos lo que no pensamos- que escritores de la talla de Vargas Llosa se dedicaron a su oficio en las madrugadas y muy temprano en las mañanas porque también debían solventar sus gastos alimenticios. Confío que en un futuro no muy lejano mi cuerpo pueda soportar de nuevo una buena dosis de cafeína, aunque no suelo ser tan optimista. Y mientras este proceso cobra fuerza, y ya los bolsillos empiezan a sentir la ausencia de billetes, no me queda de otra más que salir de casa a buscar trabajo.
Veamos, mi experiencia laboral no es una buena carta –dos años y medio de reponedor en diferentes supermercados y tiendas departamentales-. He desarrollado, también, capacitaciones a los empleados de las tiendas retail y manejado exposiciones para los clientes y ejecutivos de los supermercados. Estudié actuación, clown, danza contemporánea y circo durante cuatro años, lo que me da la experiencia y habilidad para hablar en público. Tengo la capacidad intelectual para aprender con facilidad. Empero, en realidad, el as bajo la manga es mi don natural de persuasión, mi pericia en el oscuro arte del convencimiento, mismo que fue madurando y cobrando mayor fuerza con el paso de los años y las caídas. Es este talento el que me da la seguridad de ejercer un cargo de manera eficaz. Por ello, no temo a las entrevistas, a los jefes malvados, a los retos, a los compañeros mal intencionados y a las comidas recalentadas de las cafeterías donde solía ingerir mis sacrosantos alimentos.
Siendo consciente, entonces, de los pros y los contras de mi personalidad laboral estoy seguro que algo por ahí podré encontrar. Al final ese no es el principal conflicto. Lo que me aterra en verdad es permitir que mi necesidad de ganar dinero y vivir como Dios manda aleje de mí lo progresado en cuanto a la narrativa. He venido emprendiendo – a medias, para ser sincero- la titánica tarea de ser escritor. El camino siempre es oscuro. Sin embargo, tengo la fe de ver la luz en algún momento. Los temores que antaño golpeaban ya no duelen más. Las ficciones, aunque no lleguen con facilidad, han sido cazadas, domadas por ese lado misterioso y ocurrente que llevo dentro, que a pesar de todo insiste en no abandonarse. Escribir, ergo, es lo que único de puedo hacer medianamente bien, lo único que me hace feliz sin pedir nada a cambio. Quizá sea por eso que me duele un poco buscar una alternativa económica. No lo sé. Solo sé que mis ahorros ya casi se acabaron, que las cuentas siguen llegando, que la novela aun no ve la luz y que probablemente me lleve mucho más tiempo del que imaginaba, que necesito encontrar el medio para vivir sin olvidar que existe una promesa que debo cumplir.
Se busca trabajo… ¿Alguien necesita… Uhmm… no sé, que le planche las camisas o le haga las tareas? Escucho propuestas.